martes, 8 de abril de 2014

Los 90, un vacío no tan vacío (primera parte)

Análisis resumido de una década que marcó un quiebre

Con el transcurrir de los años se ha impuesto una imagen de la historieta en los  90 que indica que su característica fue el vacío, la nada. Antes bien, lo apropiado sería señalarla como una etapa de desconcierto y de profundos cambios.
Hasta la segunda mitad de esa década existieron tres grandes editoriales que marcaron los rumbos de la historieta argentina: Columba, Record y La Urraca. Un poco más atrás les seguía los pasos El Globo editor, del guionista Carlos Trillo.
Hasta principios de los 80 los límites estaban muy claros. La historieta “seria” era de aventuras clásicas, caracterizada por un dibujo de estilo realista y temáticas que giraban en torno a géneros específicos. Por su parte, el humor gráfico se permitía una mayor libertad en cuanto a argumentos y estéticas. Desde mediados de los años 40 la historieta dominante en el país era la de producción propia.

Revistas de La Urraca en los años 70 y 80.
La editorial La Urraca modificó los límites a través de sus revistas Humor, Chaupinela –su antecedente-, El Péndulo, Superhumor, Humi, Fierro, País Caníbal, Sex Humor, Hora Cero (nueva época), Raf, etc. Los corrió, los desdibujó, introduciendo en el país las llamadas historietas de “autor”, la under, la experimental y las extranjeras de vanguardia (principalmente europeas). Si algo caracterizó a las publicaciones de la editorial, fue ser innovadora en todo sentido y presentar material de gran calidad. Tan fundamental fue su huella en el lapso que va de la segunda mitad de los 70 a principios de los 90, tanto moldeó el gusto de los lectores y autores que surgieron entonces, que después nada fue lo mismo.  Con la progresiva extinción de La Urraca durante ese período, debido a la baja en las ventas y los numerosos juicios a los que debió hacer frente –en particular del gobierno menemista-, aquellos que eran sus lectores quedaron huérfanos con su cierre definitivo.
Revistas de La Urraca en los 80 y 90.

Si bien en un determinado momento de esa época Columba (El Tony, D`Artagnan, Nippur Magnum, Fantasía, Intervalo, etc.), intentó captar parte de los lectores de La Urraca y de Record, sumando a sus filas colaboradores de ambas editoriales, no lo logró y en cambio perdió una parte importante de los propios. Pese a ello, durante ciertos tramos de aquella década su material mostraba un importante repunte en la excelencia con una propuesta más acorde a los nuevos tiempos. Pero parte de esa innovación se motivó en que se estaban adaptando a los gustos del lector italiano, país en el que revendían su producción. Tras esa etapa nuevamente modificaron el rumbo para dedicarse con exclusividad a la reedición de sus personajes y series de éxito, material en algunos casos de varias décadas atrás. Hasta 2001 la editorial siguió presente con las reediciones, en el formato comic book norteamericano (revistas de 32 páginas). Les funcionó, pero la crisis económica y manejos empresariales errados provocaron que Columba cerrara para siempre.
Tapas de revistas de Columba en los 90.

Tapas de los títulos que publicaba Columba en formato comic book, antes de su cierre

Por su parte, editorial Record (Skorpio, Pif Paf, Corto Maltés, Tit Bits, Skorpio extra, Gunga Din, El Tajo, Fénix, etc.), que en su momento había probado sin suerte competirle con El Tajo a Fierro de La Urraca, también publicaba material valioso a través de Skorpio. Desde principios de los 90 esa revista había sumado a sus filas nuevos colaboradores, tanto periodistas como guionistas y dibujantes, imprimiéndole a su propuesta aires renovados. Perfección y originalidad fueron sus características, pero sin alejarse de una estética realista. Pese a ello, el declive económico del país y por lo tanto del poder adquisitivo de la población, sumado a la imposibilidad de revender material al exterior sin pagarle a los autores por esa operación (como sucedía antes) y así obtener fondos extras, concluyeron en el cierre.
Tapas de revistas de Record en los 70 y 80.

Tapas de revistas de Record en los 90.

El Globo editor fue creado por Carlos Trillo para canalizar en el país la producción que realizaba para el exterior a través de las revistas Puertitas (y sus variantes Sexy y Terror), La Risa o el comic book Cyber Six. En gran medida funcionó como un complemento de las publicaciones tradicionales. Pese a que nunca llegó a imponerse como una editorial fuerte, aportó algunas sagas de éxito, como Fulú, con dibujos de Eduardo Risso, y, en particular, Cyber Six, con arte de Meglia. Serie, esta última, de la que filmaron varios episodios para la televisión. La repercusión que no obtuvo en el país debido a los profundos cambios sociales, la consiguió en Italia. Aunque nunca le fue del todo mal en las ventas, el propio Trillo reconoció públicamente que hacia 1994, año en que cerró, apenas cubrían los costos. Hacia 1995 el sello se mantuvo, pero asociado al de Meridiana, nombre con el cual publicaron algunos números de una revista. Hasta fines de la década editaron historietas nacionales y extranjeras en formato comic book. En cierto modo fue como una continuación acotada de El Globo Editor.

De los años 90.


Hubo intentos de reflotar o continuar las fórmulas de La Urraca, de Record y de Columba, a través de revistas que tuvieron mayor o menor suerte.
La Urraca editó País Caníbal, con los referentes de las nuevas líneas surgidas en Fierro, pero no contó con el apoyo de los lectores y el proyecto se agotó en el tercer número.


La Parda fue una revista independiente en la que se destacaban algunos de los nuevos valores surgidos en Fierro, cuyos estilos estaban mayormente a mitad de camino entre el dibujo realista y las tendencias experimentales. Poseía personalidad, con material de buen nivel, cuyo punto flojo lo representaban las notas y páginas a color mal impresas. 


De la revista Suélteme aparecieron cinco números discontinuados entre 1995 y 1999, en los cuales se publicaban varios de los referentes de las nuevas orientaciones aparecidas en Fierro. En cierto modo era una buena versión ampliada del suplemento Óxido, de esta última.


La revista Cóctel tuvo dos etapas bien definidas: en la primera dominaba una estética profesional cuidada, que transmitía imagen de excelencia, y la segunda se percibía más caótica y transgresora. Sus contenidos fueron una mezcla de diversas estéticas, géneros y temáticas: planteos experimentales, manga, under, historieta clásica, superhéroes, humor, etc.


Lápiz Japonés, ideada por Sergio Langer, Ralveroni, Bianchi y Kern como una revista-libro-objeto de arte de 200 páginas, agrupó a talentos consagrados y emergentes del momento. Con una propuesta muy profesional, de altísimo nivel, se caracterizó por una estética de vanguardia e irreverente (anunciado desde el título). Se podría decir que en el país representó el punto máximo alcanzado por los nuevos movimientos en cuanto a cantidad, calidad y amplitud de propuestas. En ese sentido aún no ha sido superada y en la historia argentina del género quedará como “LA” revista experimental.

King Comics”, editada en 1994 por Roger King producciones, con 48 páginas a todo color, fue un intento de continuar las historietas de corte tradicional.  Su staff lo integraban autores de extensa trayectoria que formaban parte de Skorpio.


Otra de aquellas revistas antológicas fue “Puño Fuerte”, que adoptó el nombre de una publicación de gran renombre décadas atrás.  El primer número apareció en diciembre de 1996, con 64 páginas impresas a todo color en papel ilustración. Continuaba las líneas de Record y Columba, con notables profesionales de ambas editoriales. Un aspecto poco positivo fue que los textos de las historietas estaban realizados con una tipografía tipo máquina de escribir, con lo cual se transmitía una imagen fría e impersonal.



De la revista “Hacha” aparecieron unos pocos números entre 1997 y 2000 a los que se suman algunas ediciones especiales. La integraban autores profesionales en la línea de Record, con una propuesta de alto nivel.

De El Tripero se editaron sólo algunos números, básicamente adscripta a una corriente de experimentación. Integrada por los alumnos del taller de Alberto Breccia, el material mostraba una evidente influencia del maestro.

Otro editora de fines de los 90 fue Comic Press, con títulos publicados en formato comic book, como El Eternauta odio cósmico, historia que en su momento causó cierto revuelo por considerársela “pirata; El ojo Blindado –de enorme calidad gráfica-; Zonda; Mark 2 (personaje este creado en Editorial Columba); El reino de los dioses, entre otros. También, desde esta editora, en 1998 hicieron un intento de reflotar Skorpio.

Algunos títulos de Comic Press, entre ellos la reedición de Skorpio.

Asimismo, una nueva generación de autores comenzó a asomar por todo el país a través de numerosos fanzines, que constituyeron la segunda oleada después de la del los 80.
Una revista impresa en formato pequeño, a todo color y orientada a un lector joven, sobresalió a fines de los 90: Ultra. Mediante una propuesta donde prevalecía la excelencia, con una gráfica y guiones modernos, logró gran aceptación, pero la crisis económica truncó el proyecto. Su propuesta fue innovadora y parte de su material la trascendió, publicándose en el exterior o compilándose en libro con la llegada del nuevo siglo. 



El gran éxito de la década fue la historieta “Cazador”, editada en comic book a cargo de La Urraca y orientada a un lector joven, con una tirada de alcance masivo. Tal vez entre sus principales características, las que le hicieron ganar el favor de los lectores, fue la transgresión, la violencia excesiva, parodias llevadas a extremos grotescos y un humor chabacano. Reflejaba una sociedad decadente, violenta y corrupta. En cierto modo funcionó como un espejo con el que identificarse y, a la vez, como catalizador del descontento y desconcierto que se vivía por los profundos cambios sociales.  


La próxima semana la segunda parte con las conclusiones.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gran aporte, muy valioso. La verdad es que los 90 fueron nefastos SOLO en cuanto a la crisis económica y también por el cambio de rumbo de las editoriales, pequeño detalle. Este informe revela que el talento residía en el underground, mientras lo masivo dejó de ser talentoso. la mayoría de los guinistas y dibujantes se dedicaron a dar clases de arte, sin tener un mercado editorial.

Entiendo el tema económico, pero eso no deja de lado mi crítica. En esos años noté que Fierro dejaba de publicar a Moebius y Coben, por un tipo de historieta... no lo sé, más al estilo de Humor, con autores como Max Cachimba, muy locos, e ilustaciones de Nine (genial) sin argumento, simplmente con escritos surrealistas al margen, lo cual no es lo mío.

Columba perdía calidad, yo notaba que la mayoría de las historias eran solamente caras, con temas reciclados, solamente me quedó de recuerdo Crazy Jack como algo destacable, pero la calidad del argumento fue de menor a mayor, culpa, como no, de la necesidad de prodcir en forma industrial. Lo pero que recuerdo de esa etapa eran horrorosas reversiones de personajes anteriores, como Danzke (Crazy Jack femenino) y otras más que no pasaban de olvidables unitarios.

Los "especiales" de Columba no me interesaban para nada, aunque las colecciones de Gilgamesh (etapa color) y Crazy Jack me fascinaron y de hecho la atesoro.

Skorpio me fascinaba pero lamentablemente sólo publicaban cuatro autores y cuatro dibujantes por número, y para colmo no podían mantener una serie completa; de esa revista recuerdo Crónicas del Tiempo Medio (sin tanta calidad como decía), y una obra maestra Límite Exterior, de Lucho Olivera y Eduardo Mazzitelli, gran historia que podríamos referir al Deccard de Blade Runner montando en naves espaciales. El hecho de que la mayorái de las publicacioenes fueran autoconclusivas jugaba en contra. Alcatena me sorprendió con su técnica, pero es evidente que no disponía de tiempo para desarrollar sus historias, por ejemplo El Mago, con grandes posibilidades. meriggi en esta revista es genial como siempre, es mi dibujante favorito de todos los tiempos, ni me imaino dibujando a un hombre de saco y corbata.

Eran muy buenos los proyectos alternos: El Cazador me fascinó, pero soy del interior y no conseguí el segundo número, ni ningún otro de la primera etapa, y después salíeron en ediciones discontínuas qu eno siempre llegaban a Corrientes.

Ultra era muy buena, pero sólo encontré el número 2 y después nada, nada... El Eternauta Odio Cósmico tengo los ejemplares, el enfoque norteamericano era poco digerible pero aportaba información y puntos de vista diferentes de la trma original, y además homenajea a Oesterheld y a Solano López de manera explícita.

El ojo Blindado no me interesó para nada: no necesitaba otro superhéroe de calzas. Cibersix me gustaban más los dibujos que la trama. Nunca entendí porqué la heroína se disfrazaba de hombre.

Puertitas simplemente desapareció, no se supo más, una lástima. Y sinceramente la Skorpio de la segunda etapa nunca la conocí.

Pese a mi crítica, entiendo que el país vivía un crisis total. Clarín y La Nación compraban en España números atrasados a precio de papel sobrante y los distribuían por todo el país a valores irrisorios, solament para acabar con la competencia. Mientras una publicación elaborada e impresa en Argentina de no más de 30 páginas promedio costaba $ 3,50, un grueso tomo de Zona 48 con artistas geniales costaba $ 5, no había editorial argentina que pudiera aguantar tanta toma hostil del mercado. Clarín y La Nación, antidemocráticos y mafiosos, como siempre.