jueves, 1 de noviembre de 2012

La palabra ilustrada. Crítica de Reparador de Sueños, de Matías Santellan y Serafín. Por Santiagok


 

Finalmente y después de muchos problemas referentes al premio que se ofrecía y el manejo de derechos de autor, se eligió y publicó la obra ganadora del concurso Clarín de Historietas. De los mismos que hicieron Residuos Circulares, maravilla de cuatro páginas ganadora en Krack, Bang, Boom, el resultado es, cuando menos, una obra interesante. Por no decir interesantísima.

¿Qué es Reparador de sueños? Ante todo, un soplo de aire fresco, mucho aire fresco. Entre tanta experimentación e historieta alternativa (tendencia que no da señales de querer terminar) da placer leer esta obra. En ella conocemos a Cacho y a su repentino amor a primera vista, Elizabeth, ambos habitantes de la hexagonal Polenia. Cacho se dedica a reparar sueñomotores, maquinas controladas por un gobierno tiránico y dictador (oculto bajo el típico lema del bien común), que bloquean los sueños (y por consiguiente, bloquean deseos subconscientes, una de las bases de la historia) de la población. Habiendo sido raptada Elizabeth por su enorme cantidad de, literalmente, sueños de libertad, Cacho se decide a trabajar con el gobierno para comprender el funcionamiento de los sueñomotores y, de esa manera, encontrar y liberar a su amada.


Hasta ahora tenemos una secuencia narrativa, digamos, normal. Un gobierno déspota en una ciudad del futuro que busca controlar a la población arrebatándole sus deseos inconscientes más íntimos, un héroe que enfrenta al sistema y una inevitable conclusión donde el orden establecido se ve enfrentado por el cansancio de los gobernados. ¿Dónde reside la originalidad de esta propuesta?


En muchos lugares. El protagonista no es un héroe, sino todo lo contrario. Busca solo rescatar a Elizabeth sin importarle lo que sus acciones provocan. Como él mismo dice, “el abismo de su ausencia” es insoportable. La revolución sucede, se inicia, por él y gracias a él. Pero ni eso es su labor, pues todo es una coincidencia, una consecuencia fortuita de sus acciones egoístas.


Cacho es una persona normal que hace lo que cualquiera haría en una situación como la suya: salvar lo que le da sentido a su vida, lo que lo llena, lo que lo completa. No hay un régimen moral colectivo que seguir, solo el deseo. El guión de Santellan muestra, creo, que en las peores situaciones, el hombre es deseo y protege aquello cercano, amado. El héroe altruista exige sacrificios mayores a los que uno esta dispuesto a soportar en nuestro mundo individualista.


El trazo de Serafín, una estrella en ascenso, es impresionante. Habiendo demostrado una capacidad increíble a la hora de narrar gráficamente, demuestra de nuevo que no hay nada que le amedrente, mucho menos el dibujo en puro blanco y negro, donde no hay un tono de gris o algún punteado digital que salve una sombra o un relieve. Cada personaje esta perfectamente definido, a veces en blancos puros sin tramas, a veces en sombras tan rayadas que parece imposible tener tantas líneas que se crucen en un solo dibujo. Cada personaje es diferente del otro demostrando un trabajo de diseño y estudio muy profundo.

Otro detalle innegablemente original, es el diseño de personajes. Cacho se aleja del héroe no solo por sus acciones, sino también por su físico. No tiene un solo músculo y difícilmente se le encuentre algo de bonito. Y lo mismo ocurre, creo yo, con Elizabeth. Si bien en el primer capítulo se la muestra sensual y llamativa, esto cambia a partir del siguiente capítulo. Serafín dibuja personajes cuyas características se salen del estándar y los muestra, a veces, en posturas y situaciones que resaltan dichos detalles. Una espalda medio encorvada, un estomago que se pliega, brazos flácidos o pechos esqueléticos.


Y hablando de posturas, es de destacar su trazo a la hora de dibujar gestos, cuerpos y manos (resultandome imposible no observar estas últimas por su poco habitual disposición, ángulos y posiciones, lo que recuerda un poco a la obsesión de Enrique Breccia y sus constantes primeros planos de manos).

Algo que hubiese gustado es un mayor desarrollo de algunos personajes pues no llegan a estar tan definidos, especialmente en el caso de Elizabeth. Ella es una mujer normal cuyos sueños suelen salirse de lo estipulado en cuanto a deseos y es por eso que resulta tan importante para el gobierno. Pero a nuestros ojos, a veces se difumina la razón del amor de Cacho y su obsesión primera. Pero no es algo que empeñe la lectura u oscurezca la historia. Son quejas de lector minucioso y no más.


Reparador... es un trabajo impresionante y original que muestra a una dupla de historietistas con un derecho innegable a ser publicados nuevamente. Y lo más pronto posible.

1 comentario:

serafin p g dijo...

Santiago, debo decir que me ha gustado mucho la crítica y las apreciaciones que has tenido para con la obra, desplegando argumentos de los aspectos que te han resultado destacables.
Agradezco la dedicación puesta en Reparador y saber, que por lo que has escrito, has disfrutado de su lectura.

un abrazo!

Sera