viernes, 20 de abril de 2018

LA ESPADA, por Germán Cáceres


(La Duendes, Comodoro Rivadavia, 2017, 88 páginas)




En la página inicial, un epígrafe advierte: “Dicen que Atila, el azote de dios, encontró esta espada donde la había dejado Wey porque Marte, el Dios de la guerra, se la trajo del futuro.”
Este libro totalmente guionado por Oenlao lo componen un cuento ilustrado y quince historietas.

Las narraciones se caracterizan por las escenas de acción y la ambientación fantástica, con predominio de monstruos, dragones, jaurías de demonios y gladiadores gigantescos. Oenlao posibilita que los dibujantes brillen empleando con frecuencia cuadritos sin texto y viñetas página.  Otro de sus recursos es la elipsis, que condensa y enriquece los relatos. De allí que abundan por parte de los artistas tomas en picada y contrapicada y planos detalle que posibilitan su lucimiento gráfico.


Las imágenes se centran en la crueldad y violencia despiadada de las luchas guerreras (pululan las mutilaciones y las decapitaciones), por ejemplo en los tres episodios de Kahr, un huno rival de Atila. 
También son personajes recurrentes Wey (un viajero del espacio) y los triciclicos (seres con tres cabezas). La imaginación de Oenlao parece no tener límites y aporta en sus breves historias curiosas invenciones sobre el futuro, incluso varias no carentes de humor. Otros temas son los saltos temporales y las naves espaciales.


 En ese escrito inaugural se informa que los dibujantes de los tres episodios de «Kahr» (las primeras cuarenta páginas) fueron Adríán Vaillasciani, Máximo Auricchio, Carlos Benitez y Nico Andrizzi. De «La Espada de Marte» el responsable es Hernán Conde de Boeck. En las aventuras de los cuatro exploradores a bordo de la cosmonave X2 (las últimas cuarenta páginas) la responsabilidad artística corresponde a Kundo Kunch, Alfredo Retamar, Juan Vasquez, Luciano Giraldez, Sergio Castro, Fernando Matoldo, Maxi Dall´o, Cristian Bevacqua, Mario Carper y Germán Genga. El diseño y la portada corresponden a Gustavo Lucero. Y la última historieta («Pájaros transparentes») fue ganadora del concurso del Museo de Humor Gráfico Diógenes Taborda 2015.


Oenlao (Carlos Scherpa) vive en la ciudad de Bosques del Sur del conurbano bonaerense. Es editor y guionistas de libros con antologías en las que colaboran varios dibujantes. Entre sus títulos figuran Zona 2011, El facón de Almanegra, Tehuelches, Clones y Laberintos, Legionarios, Los Perros de Roma y Leyendas del Norte argentino.




Germán Cáceres

martes, 10 de abril de 2018

LUCHO OLIVERA. La imaginación al poder, por Germán Cáceres


La imaginación al poder
de Felipe Ricardo Ávila

(Los libros de Rebrote, Buenos Aires, 2017, 122 páginas)



Ávila se propone en este ensayo no sólo analizar la producción gráfica de Ricardo Luis “Lucho” Olivera (Corrientes, 1943–Buenos Aires, 2005), sino también sus méritos en su condición de guionista. Hace hincapié en la que considera su obra capital, Gilgamesh, el inmortal, que articula el primer poema de la humanidad con una visión del futuro a través de la ciencia ficción. Y señala las obras que influyeron en ella: la novela Los amos del tiempo (1956), de Wilson Tucker, y los filmes Espartaco (1960) y 2001: Una odisea del espacio (1968), ambos de Stanley Kubrick, del que tomó el diseño de los trajes y las naves espaciales que le fueron facilitados por la N.A.S.A.


En la sección de papel ilustración y a color se publica El delator, primer episodio de la serie Legión Extranjera, con guión y arte de Olivera, que según Felipe Ávila apareció en el Nº 826 del 19/9/1964 de la revista Misterix, que dirigía Hugo Pratt, y cuya influencia en la historieta es innegable. Allí también se pueden apreciar del dibujante algunas de sus portadas de las revista Hora Cero, El Eternauta y Ernie Pike, y un cuadro de 1974 titulado Soldados en guerra esperando para comer a la hora del Rancho.


Más adelante, en blanco y negro, aparece Madeleine (Bull Rocket Nº 1, alrededor de 1962, según Ávila), sin mención del guionista pero sí del dibujante, que testimonia su dominio del pincel.
Se enumera en el ensayo los guiones de las historietas Legión Extranjera, Los teutones, Ojo por Ojo, Doce Hombres, Esperanza en Sirio, Los Senderos del Tiempo, Superpoblación y algunos episodios de Gilgamesh, el inmortal.


En todo momento Felipe Ávila expresa su intenso cariño por “Lucho” como persona y su admiración incondicional hacia su creativa y dinámica composición de página, su peculiar narrativa y el ritmo visual de la combinación de viñetas. Elogia el alto nivel técnico de su estética. Explica su utilización de plumas, pinceles, collages (pegando ilustraciones extraídas de diccionarios), salpicados de témpera blanca y texturas. Se debe recordar cómo admira esta creativa ejecución un talento de la talla de Quique Alcatena.
Continuamente se resalta la pasión que sentía Olivera por la civilización Sumeria y la calidad de su figuración en la saga Nippur de Lagash (1967).


Hacia el final hay comentarios sobre otras historietas dibujadas por Olivera, como Dick, el artillero; Yo, Cyborg; Ronar; Galaxia Cero; Planeta Rojo y Las amazonas de Clitomarkan.
Lucho Olivera, La imaginación al poder es un investigación exhaustiva y sagaz sobre este maestro de la historieta argentina.


Germán Cáceres

lunes, 2 de abril de 2018

ESPECIAL HISTORIAS DE PATAGONIA, por Germán Cáceres


de AA.VV.

(La Duendes, Comodoro Rivadavia, 2018, 98 páginas)




La tapa de Viginia Nahuelanca y la contratapa de Pablo Burman aluden al sentido telúrico de las historias contenidas en el libro.
En La luna que ilumina el tiempo. Cautivos, conquistas y venganzas en la Patagonia, 1820-1890, el guión de Alejandro Aguado señala con pequeños y certeros diálogos estos sucesos de luchas intensas, y se luce, a través del trabajo de planos, el dibujo a pluma de Esteban Resano.


Daniel E. Varela (guión y dibujo) desarrolla en La pasto verde un valioso rescate de la vida de Carmen Funes de Campos (“Doña Carmen”), una mujer ejemplar que se caracterizaba por su sentido humanitario y aventurero: gracias a que encontró kerosene en el agua, se descubrió petróleo en la región y se realizaron en 1915 las primeras perforaciones en Plaza Huincul.


Un dibujo de amplias viñetas de fondo gris y sentido decorativo traza Stani (también responsable del guión) para plasmar un dulce y poético relato: La leyenda de Koonek.


Un viaje solidario –guión de Alejandro Aguado y arte de Lisandro Pejkovich–, aunque despliega extensos globos de texto, se apoya en cuadritos mudos para ofrecer situaciones lindantes con lo demoníaco. Sugestivo el guión por sus constantes  alusiones, y convincente la gráfica de fuertes contrastes de blancos y negros.


Muy original Florencia Paccela (texto y dibujo) al presentar con Igual existo breves historias sobre un posible extraterrestre y la famosa luz mala.


Encuentro en Cholila (Chubut) plasma un homenaje a los historietistas Carlos Casalla y Hugo Pratt al hacer intervenir a los personajes Cabo Savino, Corto Maltés y Rasputín  en una aventura junto a tres integrantes de la famosa banda Wild Bunch (Butch Cassidy, Sundance Kid y su novia Ethel Place). José Massaroli vuelve a demostrar su maestría tanto en los textos como en la gráfica. 


Dante Giovanni, que trabaja como animador, desarrolla en Dinos (de la que es responsable en su totalidad), una página humorística sobre los dinosaurios.


Turismo mitológico describe un paseo de dos parejas por la zona patagónica, en la que se van evocando historias de la región: Los hermanos Pincheira, el cacique teuhelche Casimiro, el famoso marino Luis Piedrabuena y los senderos recorridos por malones con sus cautivas. Gezzio recurre a siluetas negras para enriquecer el creativo guión de Oenlao.


Alejandro Aguado (texto y arte), con un estilo de dibujo emparentado con el humorismo, revela en Historias breves de Patagonia reseñas jugosas, únicas y sorprendentes, como si las hubiera extraído de un libro que bien podría titularse Las mil y una noches patagónicas.



El Don Casimiro. Episodios que abordan Alejandro Aguado (guión) y Juan Dalfiume (dibujos) es Casimiro Szlápelis, entre otras virtudes un pionero de la aviación. Hay calidad en el grafismo límpido y fulgurante de Dalfiume, mientras que Aguado difunde con solidez narrativa distintos episodios de la multifacética trayectoria de esta personalidad que realizó proezas como piloto, fundó varios aeroclubes, y habilitó y explotó una mina de cobre y hierro. Inteligente el uso de la planificación y soberbias las viñetas mudas.




Germán Cáceres