lunes, 30 de septiembre de 2013

ALBERTO BRÓCCOLI, por Germán Cáceres

(16/2/1943-25/10/1985)

 “aunque uno maldiga al cielo y a los `cierres` porque siempre falta tiempo para terminar de dibujar, para esa imposible perfección, salimos a la cancha todos los días. Y a opinar sobre cualquier cosa. ¿Y cuánto vale eso, eh, Broc? ¿O no era eso ser un dibujante? Esa es la humilde omnipotencia que disfrutamos.”

Caloi: Carta abierta a Bróccoli



Nació  y murió -a los cuarenta y dos años- en Adrogué, Provincia de Buenos Aires. En 1965 comenzó a trabajar en las revistas Tía Vicenta y Adán, y entre 1968 y 1971 tuvo a su cargo la sección de caricaturas políticas de Panorama. En su intensa carrera profesional colaboró en La Hipotenusa, Rico Tipo, Satiricón, Mengano, Atlántida, Semana Gráfica, Vosotras, Corsa, Claudia, Hortensia, Para Ti, Autoclub, Somos, Primera Plana, Libro Elegido, Gente, La hora del lunes, Siete Días, Tiempo Argentino, Clarín y La Nación. En el libro El Brócoli no se come, donde reunió algunas de las producciones realizadas entre los años 1970 y 1977, reconoce: “¡Cómo había trabajado en esos siete años!” Su obra también se publicó en España, Alemania, Italia, México, Venezuela, Colombia, Perú y Ecuador. Fue también un estudioso de su oficio y escribió junto a Carlos Trillo los libros El humor gráfico, El humor escrito y Las  historietas, publicados en 1972 por el Centro Editor de América Latina.

Juan y el preguntón

Sus tres grandes logros fueron Juan y el Preguntón (1970), El mago Fafá (1973) y Pérez-Man (1979). Pero también abordó con eficacia el humorismo de cuadro único. Por ejemplo: un psicoanalista le entrega un revólver a su paciente, que está acostado en el diván. No hay en sus dibujos un énfasis gráfico, ya que están al servicio del chiste: un automovilista se lleva por delante el mobiliario de un juzgado y pregunta: “Buenas, jefe… ¿Aquí es el Tribunal de Faltas?” Como era característico en esa época, toda su producción –incluyendo la de los tres citados personajes- desborda ingenuidad. Además, en los años setenta era un lugar común quejarse de la mishiadura (“¡Si supieras al precio que están los guardaespaldas! Yo apenas si pude contratar a un guardabarreras…”) Y aunque las modas y costumbres han cambiado mucho en este siglo XXI, hay agudezas de palpitante actualidad: “Lo que más me fascina de él es su sensibilidad…cada vez que ve un dólar, lagrimea…

El mago Fafá

En Juan y el Preguntón son evidentes las influencias de Copi y de Jules Feiffer por su dibujo de simples líneas, que lleva hasta la más extrema síntesis gráfica. Los dos personajes están de perfil –uno de pie y el otro sentado-, pero Bróccoli no los identifica. En una tira ambos protagonistas lo intentan, pero no llegan a ningún resultado concreto y es tal su confusión que uno va a buscar su cédula de identidad y el otro telefonea a una clínica para consultar a un psicoanalista. El que está sentado de perfil frente a su escritorio no se mueve, mientras el que parece un pato antropomorfizado camina, se desplaza y hasta cambia su forma estirándose o portando una cola, a la vez que asume distintas actividades: cartero, mozo, vendedor ambulante, pistolero. Los diálogos no están encerrados en globos, sino que se agrupan en letras, y con una simple raya señala al personaje que habla. 

Pérez man

La ausencia de fondos es absoluta, todos son completamente blancos. Siempre se repite la misma escena: el animalejo permanece frente al hombre sentado. Las conversaciones -que rozan el absurdo, el rasgo lunático y el nonsense- proponen trabalenguas, adivinanzas y refranes. En una tira el pajarraco se asume como periodista y el del escritorio como político y, en definitiva, no aclaran absolutamente nada: “¿Y usted que opina de…?/ Estoy de acuerdo en todo, menos en…/ ¿Pero le parece bien que…?/Bueno…No olvide que…/ ¿Pero usted no cree que…?/ Sí. Pero no por esto…”  Y en otra, el presunto pato alza una pancarta en blanco y se establece el siguiente parlamento: “Me voy a un acto político/ ¡Pero en ese cartel no dice nada!/ Es que yo pertenezco a la mayoría silenciosa/ ¡Ah…! ¿Y tienen algún slogan?/ ¡Por supuesto! `El silencio es salud`”. Otra de sus marcas de fábrica consiste en que visiten la tira personajes célebres, por ejemplo Olivia y Snoopy.


En Pérez-Man se presenta a un superhéroe minúsculo, de aspecto vulnerable: tiene dos ojitos y  una nariz ancha que le cubre la cara de oreja a oreja. Usa capa, audífonos con una antena que lo comunica con la Radioreja, pantalones cortos, una “P” emblemática en su pecho y zapatos enormes. Posee un Pérez móvil y su ayudante se llama Súper Avit, que es un ridículo pelado con anteojos y nariz prominente. En su deambular por la ciudad (de la que aparecen sólo trazos) cita a otros personajes de historieta, como Superman, Tarzán, el Hombre Araña, la Mujer Biónica. El pequeño superhéroe reflexiona sobre el país, como si mantuviera un diálogo con el lector. Menciona las desilusiones del argentino medio (“Últimamente se oyen con insistencia ciertos términos poco académicos/ `No pasa naranja´, ´Finanzas en rojo…`/ ´Panorama negro´, `Palos verdes`…´/ No recuerdo otra crisis tan colorida como ésta”) que en la década del setenta –como en 2013- vivía obsesionado por la economía (“Cuando yo era chico decía que iba a ser colectivero. Como todos los chicos. ¿No?.../ Porque antes todos los chicos soñábamos con ser colectiveros/ Menos el gordo Méndez…Jé, Jé…Él decía que quería ser empresario/ Hoy tiene dieciocho colectivos”.


El mago Fafá es la creación más exitosa de Alberto Bróccoli, tanto que Gente lo mostró en su tapa como uno de los personajes del año 1974, originó diez cortos de animación para el cine y la televisión y tuvo su propia revista. No es sólo una caricatura del famoso Mandrake el mago (1934), de Lee Falk y Phil Davis, sino que constituye una reformulación libre y humorística del personaje. Es petiso, como aplastado, parece un gnomo grotesco y su galera le tapa mitad de la cara, ojos inclusive. La boca aparece como una rayita que registra su expresión. Calza zapatos grandes – como Pérez-Man-, que revelan la desproporción de los pies respecto a su corta estatura. No hay episodios aventureros, sino tiras con escasos cuadritos y, a veces, uno solo. Fiel a su estilo, el autor apenas sugiere los fondos. Los chistes rematan en el último cuadrito en el que Fafá (muchas veces dirigiéndose al lector) reflexiona en forma insólita sobre lo que se visualizó anteriormente.


 La gráfica de Bróccoli –que apela como siempre a la esencia - se circunscribe a unas líneas y a varios negros plenos para señalar la capa y la cinta de la galera de Fafá, que jamás se la saca: cuando intenta hacer un truco extrayendo objetos o animales recurre a otra galera y emplea la palabra “¡Jitanjáfora!”, pero la mayoría de sus pruebas de prestidigitación fracasan y entonces se sonroja. “Chismes del ambiente” es otra de sus ocurrencias, en las que acude a habladurías maliciosas: ”¿Sabe una cosa?.../ El hombre nuclear tiene una novia en Atucha…”  O “La hermana del Mono Relojero da las doce antes de hora…” También rinde tributo a la historieta al hacer desfilar a personajes consagrados como Mickey, Popeye, Toribio, La pequeña Lulú (de la que comenta “¡Qué bien se conserva!…”) y Margarita, la novia de Donald (oportunidad en que revela “¡Y pensar que hace diez años fue mi locura!…”)  Cuando interviene su ayudante Catuto (que sólo sabe decir “dunga dunga”) los diálogos se tornan disparatados. Su conejo de la galera se llama Rodolfo, el genio de la lámpara Felipe y su paloma de la paz -una desempleada de la ONU- Florentina.  
En los últimos párrafos, la emotiva carta de Caloi comenta: “Si hasta ese absurdo viernes 25 en que te fuiste, la muerte era solo un tema para un chiste de humor negro, hermano”.




Germán Cáceres


Bibliografía

“Alberto Bróccoli,  Catálogo Cuarta Bienal Internacional y Cuarta Bienal Argentina de humor e historieta, Córdoba, 1979.
Bróccoli, Alberto, ¡Cuánto más Bróccoli mejor! Hyspamerica, Buenos Aires, 1988.
Bróccoli, Alberto, El Bróccoli no se come. Ediciones Zeta, Buenos Aires, 1978.
Gociol, Judith y Rosemberg, Diego, La historieta argentina/Una historia. Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 2000.
http://eloficiodelplumin.blogspot.com.ar: “Bróccoli, Juan y el Preguntón”.
http://es.wikipedia.org: “Alberto Bróccoli”.
http://lapipel.blogspot.com.ar: “Alberto Bróccoli”.
http://seleccione.blogspot.com.ar: “El mago Fafá”.
http://www.todohistorietas.com.ar: “El mago Fafá, de Alberto Bróccoli”.

http://www.taringa.net: “El mago Fafá, de Alberto Bróccoli”.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Nueva novela de Germán Cáceres: El misterio del profesor ausente.

En la escuela de Sebastián ha desaparecido el profesor de Física y Química. No es que a él le interesaran demasiado esas materias, pero sí le interesa Silvina, la hija del profesor; y es por eso que Sebastián –no por casualidad, hijo de un detective- se compromete a buscar a Tomás Herrera, el profesor en cuestión. La necesidad de desentrañar el enigma que rodea su desaparición llevará a los dos chicos a protagonizar una aventura que jamás podrían haber imaginado.

La tapa y las ilustraciones fueron realizadas por Mauro Vargas.

Germán Cáceres desde chico quiso ser escritor e historietista. El mundo le resultaba maravilloso por las aventuras que leía en libros y revistas, escuchaba en la radio o veía en el cine. Imaginaba que por más fantasiosas que fueran, podían suceder en la realidad y de grande tal vez tendría la suerte de vivir alguna. Esperó muchos años, siendo fiel tanto a sus lectura como a ir al cine (luego añadió el vicio de devorar series de TV), pero, sin embargo, esa aventura mágica nunca sucedió. Entonces se le ocurrió narrar historias de acción, misterio y ciencia ficción imaginando que el héroe era él. Así surgieron las novelas Soñar el paraíso, Traficantes de la selva, Lluvia de esqueletos, El enigma del Siambón, El detective despistado y El misterio del profesor ausente.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Entrevista: Horacio Cardo

Horacio Cardo es un artista que entra en la categoría de “grandes maestros” de las artes visuales, tanto por el prestigio que alcanzó como artista, el reconocimiento internacional de su obra y el apabullante renombre mundial de los medios donde publicó y publica en varios países: The Wall Street Journal, Clarín, Tía Vicente, Los Angeles Time, Humor, The Boston Globe, The Washington Post, The New York Times, The New Yorker, Newsweek, entre otros.
La siguiente es una entrevista que nos muestra a un artista de perfil bajo, tremendamente culto, de enorme y rica experiencia de vida como profesional, curioso e inquieto.


Horacio Cardo


Lugar de nacimiento, edad, lugar de residencia
Nací en Temperley, Provincia de Buenos Aires, tengo 69 años y resido en Pinamar desde hace once. Previamente viví 12 años en Manhattan, New York, llamado, con razón, el ombligo del mundo.




¿De dónde el gusto por el dibujo y la pintura? ¿Cuándo y dónde comenzó a publicar?
Pedí estudiar dibujo, pintura y piano a los seis años, aproximadamente. He tenido una fuerte vocación por todo lo artístico, por la historia, la literatura. Y a los 17 años comencé a publicar humor en Tía Vicenta, el suplemento dominical del diario El Mundo, comandada por Landrú. Casi inmediatamente las editoriales me captaron como ilustrador, ya que lo mío era muy pictórico. El primer libro que ilustré fue El Compadrito, de Jorge Luis Borges y Silvina Bullrich, editado por la Compañía General Fabril Editora, la empresa editora más importante de aquel entonces, junto con Losada, ya que tenía un fondo editorial realmente impresionante: toda la obra de Roberto Arlt, la de Pirandello, libros de estudio de venta masiva como Niñez en Catamarca, etc.





Si mal no tengo entendido, en sus comienzos publicaba trabajos de humor, por ejemplo en las revistas Tía Vicenta o Humor. ¿Cómo fue la experiencia y por qué dejó de trabajar sobre esas temáticas?
Efectivamente, publicaba trabajos de humor, pero mi dibujo parecía no encajar con el humor, según los editores argentinos. Uno de ellos, ahora amigo mío, aún niega haberme dicho: “Me gusta tu dibujo y me gusta tu humor, pero no juntos”. Lo cierto es que esa frase y el poder que entonces detentaba esta persona, cambiaron mi vida profesional: dejé de hacer humor en forma profesional. Esto no ocurre en Europa, por ejemplo, donde dibujantes como André François, Ronald Searle, o Ralph Steadman, para no abundar, trabajan el humor con un dibujo mucho más elaborado (sin “monos”). Comenzábamos a aislarnos, a dejar de mirar lo que ocurría en los grandes centros culturales. Hoy todo eso se desconoce, lo cual redunda en una jibarización del panorama para quienes comienzan. También he notado el mismo fenómeno en Europa y Estados Unidos. Asisto a todo esto como al apocalipsis del dibujo sin un Grand Finale.


 
Chiste de Cardo en la revista Humor número 3.



Viendo que su obra gráfica es tan amplia en cuanto a técnicas ¿Cómo se definiría?: ¿artista plástico, dibujante, ilustrador, etc?
Un artista toma mano a todo lo que necesita para expresarse. Las clasificaciones no importan. Se puede hacer una caja extravagante, pintarla, fotografiarla y proseguir todo con la computadora. No encaja en ninguna de las categorías, pero puede ser una obra de arte. Las divisiones son como los prejuicios: atentan contra nuestra libertad, lo más importante que debe tener un artista.




Cuándo tiene que realizar una lustración para notas de actualidad ¿cómo es el proceso de llegar a sintetizar el tema, para luego plasmarlo gráficamente, aportándole su visión?
En mi caso, fui buscando cómo interpretar lo que leía. La ilustración, entonces, era plasmar escenas de los libros, lo que viene a ser una redundancia. Una nota tiene muchos caminos que pueden tomarse para interpretarla, que es lo que generalmente ocurre, o una atmósfera general coherente que se impone. Uno debe echar mano constantemente a la alegoría, al juego de las relaciones, tratando de comprender el sentido que uno ve en la nota. Creo que es lo fascinante de la ilustración, usurpada ahora por el arte llamado conceptual. El arte conceptual perfecto es la ilustración, pero los curadores y críticos, gente despreciable, enaltecen el arte conceptual y minimizan la ilustración. Logran resultados porque la gente quiere que le digan lo que tiene que ver. “¿Vas a creer lo que te digo o en lo que ven tus ojos?”, dijo Groucho Marx. Y es tan estúpido como éso, como el psicoanálisis, donde el psicoanalista le dice al paciente qué es lo que verdaderamente ve o siente. De no creer. Todas las grandes inteligencias se han reído de esto, pero la gente sigue teniendo presupuesto para que le atrapen su cerebro dentro de las Obras Completas de Freud.





También respecto de las notas de actualidad ¿el tema le sugiere la técnica a utilizar?
El proceso de sintetizar un tema se va logrando con la práctica de la ilustración, aprendiendo a descartar lo supérfluo, algo así como el ajedrecista descarta posibles jugadas futuras que a su juicio no le darán ningún beneficio. Luego viene la concreción, que inevitablemente tendrá las limitaciones propias del estilo, el gusto y las mañas. Hay que luchar mucho para combatir esto, que nos acota.
Una ilustración se puede hacer con cualquier técnica. Si se utiliza una u otra, depende de cómo va a exhibirse (digitalmente, en papel de diario, en buen papel de revista, etc).
No creo que la digitalización haya enriquecido mi técnica, solo la sofisticó. Hay dibujos hechos a mano que no los cambiaría para agregarles sutileza, ya que la potencia de ellos radica en su tosquedad. No hay reglas.





¿Cuál sería la función de un ilustrador de notas de actualidad?
El propósito real de un ilustrador de notas de actualidad es cortar la masa tipográfica, hacerla más legible, más amable. Subordinada como está la ilustración al tema en cuestión, paradójicamente muchas veces termina teniendo mucha más influencia que el contenido intelectual. Ha sido probado hasta el hartazgo. Las viñetas realizadas por computadora, que pretenden reemplazar a la verdadera ilustración por razones económicas, terminan barateando el producto final y van en detrimento del producto.



Supongo debe ser muy grande la exigencia de realizar una ilustración a diario, como las que realiza desde los años 80 para el diario Clarín. ¿Cómo es el proceso de realizar ese trabajo?
Lo más difícil de la exigencia de realizar ilustraciones diariamente radica principalmente en encontrar salidas alternativas a un mismo tema, que por lo general se repite indefinidamente. Llega un punto en que, para no repetirse de algún modo, el ilustrador debe forzar la alegoría hasta hacerla casi inentendible.





Cuando los diarios se publicaban exclusivamente en blanco y negro, en su obra, además de contar con un registro más específico al “dibujo”, también se apreciaba mucha utilización de técnicas como colage, la aplicación de texturas de forma manual, entre otras. La aparición de lo digital y el color en los medios, ¿le aportó a enriquecer aún más su gráfica?
Hoy me siento muy cómodo rematando mis dibujos con la computadora. La cosa no me tiene feliz del todo, pero debo admitir que por la velocidad de la ejecución de un dibujo (unas dos horas entre la lectura, la idea, la realización y la digitalización para enviar al medio) no encuentro otra forma de hacerlo que me deje más o menos conforme.





Muchos autores han afirmado que publicar en medios gráficos es una forma de exponer la obra ante miles de lectores, de forma simultánea. ¿Qué diferencia existe con las exposiciones tradicionales, de “colgar” obra en un espacio físico?
Obviamente, la obra gráfica llega a un público enormemente mayor que el reducido grupo de 15 personas, los mismos que van a todas las exposiciones a ser entretenidos por el bufón del artista de turno, a comer sándwiches de miga y una copita de champagne. He pasado a encontrar muy ofensivo este “sistema”. Estoy volcado totalmente a internet: galería permanente abierta durante 24 horas a todo el planeta, no hay manoseo ni destrucción de obra, uno no tiene que asistir con fachada interesante a las imbecilidades que hablan los que están en una exposición para pasar el rato, ningún galerista, curador, periodista especializado y las muchas otras variedades de quienes avanzan sobre nuestra billetera. Trabajo y silencio, una combinación gratificante. Y si hay alguien que deja caer un comentario elogioso, un soplo de comprensión bajo nuestras alas, bienvenido y agradecido sea.





Su obra tuvo una muy importante inserción en el extranjero, particularmente en medios de EEUU, algunos de los más renombrados a nivel mundial, como The Wall Street Journal,  Los Angeles Time, The Boston Globe, The Washington Post, The New York Times, The New Yorker, Newsweek, entre otros. Como así también trabajó para medios de Francia, Italia e Inglaterra.
¿Cómo comenzó a trabajar para esos medios, cómo es su trabajo para ellos y qué diferencias existe al trabajar para medios nacionales?
Comencé a trabajar para medios extranjeros a partir de mi primer viaje a Estados Unidos, en 1983. Fueron muy gentiles y hospitalarios, inolvidables, especialmente los norteamericanos, quienes en ningún momento me segregaron. Tanto, que arribé a New York un martes, y a los dos días salía publicada mi primera ilustración en el New York Times. Tuve la suerte de conocer los últimos coletazos de la época de oro de la ilustración. Salvo en Clarín, donde tengo una casi absoluta libertad para trabajar, hoy todo el espinel de la ilustración se encuentra enrarecido. Me he volcado a trabajar en proyectos propios.





Obtuvo importantísimo premios y distinciones en Argentina, Brasil, Turquía, Portugal y, sobre todo en EEUU. Como así también realizó muy importantes exposiciones en varios países ¿Qué balance puede realizar de tan importantes reconocimientos a su obra?
Mi trabajo me permitió recorrer parte del mundo, hacerme amigos en otras latitudes, abrir mi comprensión, y tener lo necesario para vivir dignamente. Siento un gran agradecimiento por todo lo que me ha dado la vida.






¿Autores que recomendaría conocer o a los que habría que revalorizar?

Gustoso recomiendo grandes dibujantes casi desconocidos en la Argentina: André François (lamentablemente fallecido), Ronald Searle (también fallecido), Ralph Steadman, Saul Steimberg, Brad Holland, Seymour Chwast, Milton Glaser, Paul Flora, David Levine, Sempé, Marshal Arisman,  Steve Brodner, y estoy seguro que me quedan muchos grandes sin mencionar. 

martes, 10 de septiembre de 2013

Prólogo del libro “Las historietas de CRIST”, por Germán Cáceres





En  La clase magistral, un profesor de dibujo explica a su alumno que los más grandes historietistas fueron Milton Caniff (“De él aprendí el juego de los blancos y negros”); Hugo Pratt (“Primo de tutto el inquiostro di quina”, “Después el pincel”... “¡Mancha con frescura y espontaneidad!”); Frank Robbins (“Fue una época en que todos los personajes parecían parientes. La misma boquita, las mismas arrugas en la ropa”). Luego comenta: “Todos usábamos litros de tinta china. Algunos decían que Alberto Breccia la compraba en damajuanas y la repartía entre sus hijos y discípulos”/ “Este estilo a la manera negra de Goya tendría su culminación en José Muñoz. Crist resume así su ideario estético.
 
Página de "La clase magistral"

Pluma y pincel rinde homenaje a Cannif, Robbins y Pratt al desarrollar una secuencia de dos soldados en acción, en la que se intercalan cuadritos dibujados con el estilo de esos tres maestros. Y en El otro apela al mismo procedimiento que utilizaron Muñoz y Sampayo en Alack Sinner (1974): hay un plano medio del protagonista donde unas flechas señalan que tiene rostro ojeroso y el cabello revuelto. Además, bosqueja solamente la puerta de una habitación, y señala, con dicho recurso (también lo usó Chester Gould en Dick Tracy ;1931), que las paredes son blancas, el piso de madera y “aquí se podría dibujar un sillón pero es mucho laburo”. En cierta forma esta historieta se autoreferencia y muestra un personaje solitario que en el transcurso de un monólogo interior se pregunta: “¿Será que en realidad estoy viviendo una vida que no me pertenece?

Página de "Pluma y pincel"


El grafismo de Crist es muy original y exhibe trabajos desprolijos en apariencia ya que desembocan en primorosas viñetas. Es una puesta al día del clasicismo de Caniff a través de oposiciones entre blancos salpicados de puntitos, múltiples rayas y fuertes aplicaciones en negro como puede verse en el poético relato Seis Marías (que está precedido de un breve prólogo, Lago), en el cual dos pasajeros de un ómnibus que va de Córdoba a Santiago del Estero mezclan sus sueños mientras duermen. 

Página de "Seis Marías"


También en Un cuento, el dibujante se luce con las manchas de tinta mientras un personaje sentado a una mesa de un café intenta rescribir al revés un cuento de Borges. Siempre su línea es ágil, creativa y suelta, como lo demuestra en Pedro Navaja, el célebre tema de Rubén Blades. Aquí su libertad expresiva se canaliza ilustrando un par de zapatos, un revólver casi fotográfico y una mano que empuña un cuchillo. Precisamente una historieta se llama Las manos de Cristóbal Reinoso (su verdadero nombre), y éstas –muy sombreadas- conversan con el lector y le confiesan que se han independizado del cuerpo.
 
Página de "Pedro Navaja"

En Love Story, su trazo elige la síntesis, como si fuera un boceto, y una sorpresa final hace fracasar un romance fugaz que prometía ser maravilloso. Fotos de bebes, de un pocillo de café, de una silla hamaca y de un perro aparecen en Sigmund Marlowe, detective del inconsciente. La gayola (adaptación de Norberto Buscaglia sobre el tema de Tuegols y Taggini) expone una línea preciosista que acompaña a los apuntes sobre la letra del tango que cuenta la vida melodramática de Eusebio Garmendia.
 
Página de "Love Story"

Crist se interna en el humor lunático, donde impera el absurdo y el disparate, como se aprecia en las historietas del libro y sobre todo en Guns and ammo, en la que William es un alienado al que “le gustaba ir al supermercado” porque “había descubierto una nueva poesía del consumo”, hasta que termina cometiendo una masacre con una ametralladora. En su obra se atisba cierta zozobra, un malestar espiritual que atormenta a los personajes -como surge en Algo personal (adaptación del tema de Joan Manuel Serrat)-, y caricaturas ornamentadas en cuadritos bien compuestos. Esta sensación de angustia no impide que Hermano proponga un caso desopilante: dos astronautas, uno ruso y otro norteamericano, acoplan sus naves en el espacio exterior, y después de charlar sobre tango, llegan a la conclusión de que sus respectivos abuelos se criaron en la Argentina.

Página de "Guns and ammo"

Las historietas de Crist presentan en cuerpo y alma a uno de los mejores representantes del humorismo gráfico argentino. Es un libro que enriquecerá el catálogo de cualquier biblioteca.


Germán Cáceres 

viernes, 6 de septiembre de 2013

Exposición, charla y video por los “30 años de la historieta JUAN MOREIRA” de José Massaroli


El 4 de septiembre, en coincidencia con los festejos por el día de la historieta, quedó inaugurada la muestra “30 años de JUAN MOREIRA”, de José Massaroli en el Museo DIOGENES TABORDA. La historieta fue compilada en libro por La Duendes.

Mañana sábado a las 18 hs., continúa el evento con una proyección de video, charla y un lunch, a la vez que se puede seguir disfrutando de la exposición.
La cita es en Av. Caseros 2739, Parque Patricios, Buenos Aires. 

Un evento para no perderse!!

Massaroli en la inauguración de la muestra

Massaroli, Mandrafina, Dalfiume y Szilagyi, durante los festejos por el día de la historieta, en la Biblioteca Nacional.