martes, 26 de julio de 2011

Los Grutynos, de Las Grutas a Historieta Patagónica , por José Massaroli



Desde hace un tiempo, Los Grutynos han vuelto a protagonizar su primera aventura en forma de tira diaria, esta vez en el espacio virtual, de la mano de La Duendes. El activísimo grupo patagónico decidió brindar generosamente un espacio semanal en su blog Historieta Patagónica a la tira que se publicara originalmente en el diario Noticias de la Costa a partir del año 2006.

Buen momento entonces para hacer un breve repaso del trayecto que han realizado estos simpáticos poersonajes desde su creación hasta el presente.



Todo empezó a fines de 2005, cuando se aparecen un día en mi casa mi viejo amigo y compañero del Estudio Géminis, Ramón Gil y el empresario rionegrino Beto Noy. Venían a invitarme a viajar a Las Grutas para asistir a la presentación en sociedad de los nuevos personajes. ¡Imposible negarme! La cosa iba muy en serio: estaban convocados Jorge Morahin, guionista de la primera aventura, publicada en un fascículo con una tirada de ¡50.000 ejemplares! y que además fue llevada a un video realizado por Oscar Taboada, con las ilustraciones de Gil. También eran de la partida otros dos grandes amigos: Sergio Mulko y Raúl Barbero, el mismo Taboada, Marcelo Armand (uno de los profesionales que hicieron las voces del video), esposas e hijos varios.

Fueron tres días inolvidables, en que nos hicimos tiempo Mulko, Barbero y yo, para aventurarnos por las playas desiertas, explorar las legendarias grutas que dan nombre al lugar y conocer in situ los escenarios en que transcurría la saga de Los Grutynos. Aún no sospechaba yo que dentro de no mucho tiempo me tocaría guionar las aventuras de esta familia mágica y submarina.



Todo salió muy bien, en el marco de la Feria de Turismo, en dicimbre de 2005. Estuvieron presentes el historiador Jorge Castañeda y el ingeniero y explorador Fernando Fluguerto Marttí, líder de la Fundación Delphos, conocido por haber concebido la teoría de que los Templarios pudieron haber llegado a esas costas en tiempos remotos, trayendo consigo nada menos que el Santo Grial. Es importante mencionar esto, porque Los Grutynos tienen mucho que ver con esta teoría:: la inspiración de Noy lo llevó a convertirlos en custodios del Cáliz Sagrado, por encargo de los mismos Templarios cuando a éstos les llegó el tiempo de marcharse y desaparecer ante la llegada de los conquistadores españoles.


Gil, Noy, Massaroli y Mulko en Las Grutas

Poco después de regresar a Buenos Aires, Noy y Gil me propusieron hacerme cargo de los guiones de la tira que estaba a punto de empezar a publicarse en un diario del norte de la Patagonia. Acepté encantado, muy motivado por todo lo que había visto y oído en ese viaje iniciático al sur de nuestro país.

Los Cuatro de Las Grutas: Gil, Barbero, Noy y Massaroli en 2006

A partir de ahí, fueron dos años de escribir ininterrumpidamente las andanzas de estos "seres mágicos, moradores de una tierra bendecida, en el golfo más azul del continente", al decir de Noy, quien proporcionaba las ideas para que yo les diese el formato de historieta que luego Gil y Barbero se encargaban de dibujar. Fue una gran experiencia, trabajando con amigos, como a mi me gusta, y solo es de lamentar que en 2008 se interrumpiera la aparición en el diario y, por lo tanto, nos viéramos obligados a darle un descanso a los personajes.


En el Hotel Austral de Viedma, en conferencia de prensa, Gil, María y Beto Noy, Massaroli y Barbero

Los que no descansamos fuimos nosotros, que en estos años hemos hecho varios viajes a Las Grutas, San Antonio Oeste, Viedma y Carmen de Patagones, siempre en busca de inspiración y oportunidades de hacer llegar a Los Grutynos a su público. Ya son parte de Las Grutas, donde han sido declarados de interés municipal y, si no me equivoco, también de interés provincial por la provincia de Río Negro.



Estuvimos en Viedma y LasGrutas a mediados de 2006 presentando ante el periodismo la tira diaria, ya a punto de publicarse. Estuvimos en la Feria de Turismo de diciembre de 2006, acompañando a Los Grutynos encarnados en enormes muñecos que hicieron la delicia de los chicos. Estuvimos en 2009, cuando se realizó el Encuentro de Escritores Rionegrinos.



En ese viaje fue cuando intentamos llegar a Fuerte Argentino, la misteriosa y casi inaccesible meseta a orillas del mar en que podrían haber desembarcado los Templarios. La mala suerte nos castigó con un malhadado accidente y debimos regresar tras haber llegado, a bordo de un camión militar, hasta las primeras estribaciones de la meseta. Quedó para otra vez. ¡Ya volveremos!
Un último viaje, también en 2009, nos llevó a plantear seriamente ante las autoridades un ambicioso proyecto de Gil: hacer en Las Grutas un gran festival del humor, la historieta y la anmación que, de haber sido posible, hubiera estado a la altura de los principales eventos de este tipo de Latinoamérica. Por desgracia, las autoridades locales no supieron o no pudieron ver el potencial que tenía el proyecto y retiraron el apoyo que en principio habían prometido. Como el viaje al Fuerte, esto no lo damos por perdido, sino que queda, como la semilla bajo la tierra, en estado de vida latente, esperando el momento oportuno para que se pueda desarrollar con la calidad que le corresponde.



En estos años, Los Grutynos han protagonizado obras de teatro, propulsadas por el infatigable Beto Noy, fascículos, libritos y un CD, todos ellos de distribución gratuita, se han hecho presentes en la Expo-Patagonia que se desarrolló en la Sociedad Rural, y asentado sus reales en un puesto de la peatonal de Las Grutas, donde la gente se saca fotos con los personajes y a vees hasta dialoga cons su creadores.
Los Grutynos tienen destino de grandeza desde su concepción. Noy es un visionario, un creador al que sólo le falta encontrar la manera de que sus personajes sean conocidos por el gran público de todo el país. Creo que de ahora en más, por medio de su aparición en un blog tan visto y repetado como Historieta Patagónica, podrá llegar a la conciencia de un amplio público no sólo local sino hispaoamericano y hasta mundial.
Empiezan a recorrer así un nuevo camino, que no sabemos hasta dónde puede llegar, pero del que son factibles etapas como la realización de una colección de libros con las aventuras completas de Los Grutynos, una serial televisiva al estilo de Hijitus o Los Peques (en cuanto a formato) o incluso el rodaje de un largometraje de dibujos animados. Por qué no? La magia es un atributo natural de estos seres hechos para el Bien, portadores de la Luz, defensores de la Naturaleza y capaces de todas las hazañas.

¡Los invitamos entonces a seguir sus aventura, todos los martes en Historieta Patagónica!

Nota: esta nota fue previamente publicada, con más imágenes y dos videos, en el blog de Massaroli

jueves, 21 de julio de 2011

Nuevo Libro: Fusilen a DORREGO, de José Massaroli


Contratapa y tapa

El título número 25 editado en papel por La Duendes, consta de 120 páginas.

La primera presentación del libro se va a realizar en la Biblioteca Nacional, el martes 30 de agosto, a las 19 horas. En la presentación, Massaroli estará acompañado por Miguel Rep, Hernán Brienza y Germán Cáceres.

En breve se anunciará la aparición de nuevos títulos, entre ellos un nuevo compilado, “HP 2” con los integrantes de La Duendes – Historieta Patagónica e invitados para la ocasión.

miércoles, 20 de julio de 2011

Valorización de la serie Fuerte Brigitte, de Limura

Fuerte Brigitte de Limura es una historieta sumamente personal que se publicó a principios de los años 80 en la revista Súperhumor. En apariencia su orientación humorística giraba en torno a las tensas relaciones entre legionarios franceses y árabes. Pero una lectura más detallada muestra también un trabajo crítico que habla de la Argentina, de sus habitantes y del contexto social y político de la época.

Se trata de otra de las grandes obras de la historieta argentina que merecía una valorización.

Por Alejandro Aguado




A principios de los años 80, La Urraca, que publicaba la exitosa Humor, comenzó a editar la revista de historietas Súperhumor. Presentar el nombre “Humor” en la tapa era el gancho que aseguraba su venta. Súperhumor no se encuentra entre las publicaciones más recordadas, pero sus primero veinte números bien deberían ser considerados como un muestrario de parte de las mejores creaciones del país. Se citarán sólo algunos de los integrantes de su equipo: Carlos Trillo, Alberto Breccia, Enrique Breccia, Patricia Breccia, Mandrafina, Altuna, Saccomanno, Nine, Tabaré, Solano López, Lito Fernández, Grondona White, Sanyú, Lalia, Fortín, Trigo, Balcarce, Fati, Ferro, Fontanarrosa, entre otros. Es decir, muchos de los que forjaron parte de las historietas nacionales más representativas.

La revista combinaba producciones de humor y “serias”, y abordaba mayormente problemáticas nacionales, aunque en apariencia los géneros poco tuvieran que ver con ellas. Eran tiempos en que se hacía necesario hablar de temáticas propias para hacer más soportable la realidad que imponía la Dictadura Militar que gobernaba el país.



En sus páginas se publicaban historietas humorísticas, costumbristas, fantásticas y de ciencia ficción ambientadas en los barrios porteños. También policiales, surrealistas, experimentales, poéticas, adaptaciones de obras literarias y parodias. Entre las cuestiones “fuertes” para la época se contaban las relacionadas con el sexo, el análisis político y la crítica social.

Leídas con una mirada actual, aquellas historietas podrían ser entendidas como “suaves”, pero si se tiene presente el contexto político y social del momento resultaban sumamente transgresoras. Para los gobernantes, el pensamiento crítico era visto como una amenaza y se lo silenciaba por medio de una censura feroz. Hablar “de más” podía costar el secuestro de una edición de una revista, el exilio de los autores o la vida.

Para encontrar los vericuetos por los que expresarse, los creadores desarrollaron el ingenio. Lo que se quería decir se lo formulaba entre líneas, se lo disimulaba. Limura dice al respecto: “La censura lo único que consigue es que el que hace humor o cualquier cosa encuentre los caminos expresivos más agudos; que sea más elíptico y sepa pasar por encima, por abajo y por el costado pero que pase y diga lo que tiene que decir”.




Un recurso que se desarrolló fue la metáfora: tratar un tema mencionando otro. Por ejemplo, en Súperhumor ese recurso estaba presente en historietas ambientadas ya sea en la prehistoria, en un futuro lejano, en lugares sin localización definida o en realidades donde los protagonistas eran animales humanizados. Lo que tenían en común todas esas historias es que versaban sobre pueblos oprimidos y gobiernos dictatoriales. Es decir, contextualizaban las historietas en otros tiempos o realidades para aludir al presente.

Limura, lo explica con sus propias palabras:

Yo como todos, padecí directa o indirectamente los efectos deletéreos de la censura, ya fuera como reto pedagógico de un jefe de redacción, o una amable advertencia transmitida por un “querido amigo” o expulsión violenta de una redacción, casi al borde de la agresión física.

Rechazo de temas, o el máximo atropello, que es la modificación de textos. Este fenómeno me impulsó a buscar un lenguaje elíptico, irónico, sin concesiones ideológicas, que me permitió muchas veces ir más allá de lo tolerado sin ofrecer fáciles excusas para censurarme.”




Una de aquellas historietas que abordaban lo propio pero en apariencia se referían a otro tema fue Fuerte Brigitte. Era una serie en tono de humor que publicaba capítulos unitarios de a tres o cuatro páginas por número. Estaba ambientada en un fuerte de la Legión Extranjera en el norte de África, en territorios de cultura árabe. A primera vista parecía funcionar como la parodia de una saga muy popular por aquellos años, Aquí la legión, publicada por Editorial Columba, y que ideológicamente aceptaba y justificaba el imperialismo occidental en países del Tercer Mundo.

Pero el Fuerte Brigitte creado por Limura fue otra cosa, la legión colonial francesa era apenas una excusa para hablar de la Argentina y de los argentinos.

El fuerte ideado por Limura está habitado por tipos marginales, propensos a las prácticas corruptas: son seres oportunistas, cobardes y, a veces, algo ingenuos. El personaje principal es el Sargento Dupont, en quien se resumen todas las características descriptas. Pese a ello, Dupont -de figura “porcina”- resulta simpático y el lector puede identificarse con él. Algunas de sus debilidades y flaquezas no son otras que las de cualquier persona común y corriente, y con características que cualquier argentino reconoce en su sociedad.




Las historias se desarrollan en el fuerte o en las arenas del desierto de sus alrededores. Las relaciones entre los legionarios y los árabes siempre son tensas y los locales les suelen hacer la vida imposible. Ocasionalmente, los nativos son una representación de los habitantes de los países del Tercer Mundo y a veces mutan a “pueblo argentino” y el lector no puede dejar de identificarse con ellos. El propio autor en muchos de los episodios parece tomar partido por el lado de los nativos, cuando les da rienda suelta a su picardía y con ello deja en evidencia las mezquindades de los legionarios.

Las situaciones de las historias suelen desarrollarse en una determinada dirección para concluir en una situación cómica o en una reflexión que remite a la cultura “argentina”.



Por ejemplo, en un episodio, al fuerte lo rodean árabes que venden violetas, cubanitos, helados, maníes, ballenitas u ofrecen lustrar zapatos. Es decir, productos u oficios que cualquier argentino sabe que no se corresponden con la cultura árabe. En la anteúltima viñeta Dupont hace referencia a que esos árabes son “vagos, haraganes y mal entretenidos”, en clara alusión a estereotipos con los que se estigmatizaba a indígenas y gauchos. Y en la última, concluye citando el abultado préstamo bancario que consiguieron los legionarios para remodelar el fuerte, en clara alusión a nuestra “deuda externa”, que se utilizó en beneficio de unos pocos.

Fuerte Brigitte es un claro ejemplo de su método de trabajo: “El asunto es llegar al final por un camino absurdo, que tenga un remate ridículo pero que esté dicho todo lo que vos pensás del asunto. Eso es difícil y lleva tiempo. Si te conformás con el primer resultado que tenés de un texto, te quedás con la ironía. La receta es esta: engañar a alguien con los datos que le das, como que lo vas a llevar a un resultado lógico. Y cuando el tipo está creído de que le vas a dar una respuesta lógica, le das una que no es lógica pero que entra justo en el armazón que hiciste”.




Y como bien lo señala, sus guiones se desarrollan en una dirección a través de situaciones que suelen ser absurdas pero terminan en un final incierto e inesperado.

Entre las múltiples observaciones que aluden a lo propio, pero hablando desde otro lugar, aparecen: un legionario vestido de gaucho montando un camello, como si domara un potro salvaje en las llanuras pampeanas; un dentista cuya fachada esconde a un torturador en posible alusión a la desaparición forzada de personas perpetrada durante la Dictadura; a un carterista de ciudad que se enrola porque no conoce otra cosa que la violencia; a un partido de fútbol entre legionarios y árabes en clara referencia al típico “picado” que se juega en cualquier barrio o pueblo de nuestro país.

En la etapa final de la publicación, cuando ya no era exclusivamente una revista de historietas y había perdido su esencia, y la Dictadura se resignaba a retirarse, en un episodio aparece un gorila distribuyendo panfletos con consignas políticas. Cualquier argentino sabe que la figura de un “gorila” en aquellos años aludía a los que no eran “peronistas” y la campaña marcaba el retorno de la democracia. Ese episodio es un registro del cambio que se estaba verificando en el país.




En cuanto a la estética, el dibujo de Limura siempre se caracterizó por su gran personalidad. Sus seres participan del grotesco y de una impronta (como se la definió en su momento) “porcina”, por dibujar personajes de aspecto redondeado y en ocasiones exageradamente voluminosos, redondeces que se destacan en los cuerpos o en las narices. Detrás se notan horas de práctica, de búsqueda, de apropiarse de la realidad para concluir en la construcción de mundos propios pero reconocibles. En Fuerte Brigitte su trabajo es el de un profesional con una identidad bien definida. Su dibujo parece ser desprolijo por sus abundantes tramas a rayitas, pero no las utiliza en exceso, sino para dar color, volumen y generar “climas” donde la narración lo requiera. Todo está donde tiene que estar. Esas mismas tramas y las líneas claras y abiertas son parte de lo que hacen tan identificable su estilo.

Aunque Fuerte Brigitte corresponde estrictamente al humor gráfico, incorporó técnicas utilizadas en la historieta “seria”. Aquel suele trabajar con planos generales, donde los personajes se ven de cuerpo entero, intercalado cada tanto algún primer plano. Cuando la trama lo requería, Limura movía la “cámara” y variaba los planos, procedimiento que sirve, entre otras cosas, para enriquecer la narración gráfica, guiar el ojo del lector o, en el caso de la serie, ocultar y mostrar elementos que favorezcan el “clima” de la historia y acrecienten la sorpresa del desenlace.




Entre las múltiples lecturas que se le pueden hacer a la serie, algunas posibles son: como entretenimiento a través de la aventura y el humor, como sátira, o como registro de las costumbres de la época y de su contexto político y social. Es un trabajo que apela a la inteligencia, pero sin caer en el hermetismo.

En cuanto a la estética del autor, se lo reconoce en un momento alto de su maduración artística, propia de un profesional con letras mayúsculas y con una gráfica de identidad absolutamente suya.

El de Limura es un humor inteligente y de alto vuelo, una prueba de que se está ante un dibujante sumamente culto por la amplitud de temas tratados y la originalidad de sus enfoques.




Fuerte Brigitte ha sido una obra escasamente citada entre las claves de la historieta argentina. Un motivo probable es que no ha sido muy conocida al salir en una revista que careció de la amplia repercusión que tuvo Humor. Otro puede deberse al hecho de que los textos revisionistas del pasado han abordado en forma superficial historietas y autores que publicaban durante la década del ochenta. Pero por la suma de cualidades que presenta, merecía ser reconocida como parte de los grandes títulos creados por uno de los más reconocidos autores de la historieta nacional.

Las páginas que ilustran esta nota fueron publicadas en la revista Súperhumor, entre los años 1981 y 1983, en los números 9, 12, 19, 20, 21, 23, 25, 26 y 28.

Nota: Gracias a Germán Cáceres por la revisión de estilo del texto.


Notas relacionadas

Entrevista a Limura (primera parte)

Entrevista a Limura (segunda parte)

Revista Súperhumor

miércoles, 13 de julio de 2011

Carlos Roume (1923 - 2009), por Germán Cáceres


Carlos Roume

Roume inició su carrera en Patoruzito con Lapacho Juan (1950, guión de Barrenechea), un detective privado que se desenvuelve en Misiones, cuya selva y animales el artista plasma en imágenes. Pero también dibuja con soltura interiores y la vestimenta de los personajes. Luego entra en Editorial Abril, donde ilustra historietas deportivas en la revista Salgari y realiza, además, versiones de Robinson Crusoe y Moby Dick. En esa misma década -para Códex- recrea Sabú (guión de Leonardo Wadel), héroe cinematográfico al que grafica con destreza en razón de su sólido conocimiento de la anatomía artística. En Pimpinela, de esa editorial, adapta novelas de Julio Verne y de Emilio Salgari.



Ilustraciones para el Martín Fierro

En Frontera transcurrió su período más fecundo y valioso. En 1957 aparece en Hora Cero (guión de Héctor G. Oesterheld) Patria Vieja, con episodios unitarios de nuestra historia que protagoniza el gaucho, al que dibuja con virtuosismo galopando hermosos caballos: en esta historieta –como en el resto de su obra- Roume concreta auténticas hazañas plásticas. En 1960 la continuó Juan Arancio con suma idoneidad. Nahuel Barros, de 1957, salió en Hora Cero Semanal, contó con el mismo guionista y fue una suerte de ramificación de la anterior, pero el personaje era un baqueano que ayudaba al ejército argentino a combatir a los indios pampas, aunque dudada si esa cooperación era ética. El trazo del artista -ágil y enérgico- aplica con rusticidad la técnica del pincel en concordancia con esa realidad agreste.


Página de episodio de Patria Vieja, con guión de Oesterheld

El blanco invariablemente ocupa un lugar destacado en sus cuadritos, no sólo para registrar la inmensidad de la llanura, sino con el fin de que su recio grafismo adquiera relieve. En varias escenas cubre con tinta a los personajes, cualquiera sea el plano elegido. La escritura de Oesterheld sobresale por su frescura y contundencia.

Tipp Kenya es asimismo de 1957 y se publicó en Frontera Mensual con guión de Oesterheld. La acción está situada en África y el héroe es un cazador. Su estilo revela la influencia de los cómics norteamericanos como, por ejemplo, el Jim de la Jungla (1934) de Alex Raymond. Aunque el registro es realista, ciertos personajes poseen rasgos humorísticos. Además, en algunas viñetas la silueta de un árbol en primer plano articular un hermoso paisaje.




En 1959 emprende Pichi para Frontera Extra con guión de Jorge Mora (seudónimo de Jorge Oesterheld, hermano de Héctor). Trata sobre un simpático perro cimarrón, cuyas aventuras transcurren en nuestra pampa. Ramón Carranza se proponía eliminarlo cuando era cachorro porque consideraba que en cuanto creciera mataría a sus ovejas y terneros, pero su hijo Santos lo convence para que lo perdone porque quiere criarlo como mascota. Aunque el animal no habla, su manera de razonar evoca a Colmillo Blanco, de Jack London.



Ilustraciones para el Martín Fierro

Carlos Roume colaboró entre 1954 y 1962 para la editorial Fleetway de Gran Bretaña con las historietas Dick Daring, Kit Carson, Rodney Stone y Olac el Gladiador. En el Corriere dei Piccoli, de Italia, dibujó Hayawatha, Zane Canon y Alazzan. Y para Francia, Joke Jones, que luego prosiguió Alberto Salinas. Alrededor de 1960 se radicó en Europa.

Al regresar a la Argentina, a partir de 1969 y durante tres años dibujó en el diario Clarín –con guiones de Osvaldo Guglielmino- Manquillán, el cóndor perdido, una historieta gauchesca que registra aspectos de la vida del coronel Eugenio del Busto.



Página de unitario publicado en Skorpio Plus

En 1972 realizó para la revista Billiken –con guión de Oesterheld, que imbricó sus textos con versos de José Hernández- una adaptación en historieta del Martín Fierro. La ropa de los gauchos, así como las peleas con cuchillo, revelan no sólo talento artístico sino una esmerada documentación. Los malones presentan composiciones impecables y ritmo vertiginoso. Las lanzas se erigen en elementos de magistral funcionalidad estética dentro de las viñetas, como también los planos detalle de las matas, que tanto las enriquecen. La combinación de colores fue ejecutada con habilidad ya que facilitó la dinámica de la narración.




Desde 1974, con guiones de Guillermo Saccomanno, A. Rosso y Alfredo Grassi, colaboró con Ediciones Récord. En el Nº 13 (9/1989) de la revista Fénix salió El amigo del hombre, escrita por un inspirado Roger King. Se está ante una labor a pluma superlativa, en la cual los cuadritos se superponen y a veces carecen de marcos. Joseph, que “sabía hablarle a los caballos”, opina que “el hombre es un animal infiel; el caballo es el único amigo que tiene tu vida en sus patas...” (sigue)



...” Los paisajes que aparecen en contrapicada deslumbran y Roume se luce dibujando cuadrillas de alazanes. Abundan las escenas cinematográficas –a veces da la sensación de que se trata de un storyboard-, como Joseph al caer del caballo o arrojarse al río desde un precipicio. El realismo del dibujo registra todos los detalles de un bosque o las rudas facciones del personaje: Roume no tiene nada que envidiarle al célebre ilustrador sueco Anders Zorn (1860-1920).



Página de unitario publicado en Skorpio Extra

En el Nº 22 (5/1990) de Fénix, aparece un episodio de Laberinto, con guión de Guillermo Saccomanno, que Roume trabaja totalmente a pluma buscando audaces enfoques. En las escenas en las cuales el protagonista mata indios el artista prueba su pericia con los cuerpos desplazándose en escorzo. Numerosas viñetas carecen de bordes y las onomatopeyas que reflejan el sonido de los disparos son sencillas pero vigorosas. Brillante el texto de Saccomanno.

Carlos Roume falleció en Tandil mientras persistía, a través de acuarelas y esculturas de bronce, con el tema de sus amados caballos. En todas sus expresiones artísticas fue siempre un genuino preciosista.

Germán Cáceres



Ilustraciones para el Martín Fierro

Bibliografía

“Carlos Roume”, en http://es.wikipedia.org.

El libro de FIERRO /1.

Freixas, Carlos, El Dibujo a Pluma. Sucesor de E. Meseguer, Editor, Barcelona, 1967.

Gociol, Judith y Rosemberg, Diego. La historieta argentina/Una historia. Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 2000.

http://chiquirritipisblogspot.com.

http://luisalberto941.wordpress.com.

Saccomanno, Guillermo, “Los cómics argentinos buscan su identidad”, en Historia de los cómics, dirigida por Javier Coma. Toutain Editor, Barcelona, 1982-1983.

Trillo, Carlos y Saccomanno, Guillermo, Historia de la Historieta Argentina. Ediciones Record, Buenos Aires, 1980.


Historieta de 8 páginas, publicada en la revista Skorpio, con guión de Alfredo Grassi
1

2

3

4

5

6

7

8

viernes, 8 de julio de 2011

EPISODIOS PATAGÓNICOS de Alejandro Aguado, por Germán Cáceres

EPISODIOS PATAGÓNICOS de Alejandro Aguado

(La Duendes, Comodoro Rivadavia, 2011, 84 páginas)



En el prólogo que el dibujante y guionista Alejandro Aguado denomina “Introhistorieta” se aclara que “Patagonia cuenta con un corpus propio de (...) una bibliografía de narrativa, poesía e investigaciones académicas. La historieta, de a poco, comienza a aportar a ese corpus”. Más adelante se añade que “Van a encontrar, todo en historieta, crónicas, ficciones basadas en hechos reales, historietas de género humorístico o ficciones específicamente de aventuras”. El artista más adelante ensaya una suerte de definición de la región: “abundan los fantasmas del pasado, ruinas de boliches, pueblos extintos, cementerios con ocupantes anónimos”.




Se observa en el grafismo una concepción autónoma de la historieta, completamente independiente de la ilustración y de las artes plásticas. La frecuentación de los grandes maestros le permite al dibujante aplicar con creatividad los blancos y negros plenos, encontrar la forma de globo de diálogo más expresiva y, además, contribuir a la agilidad y el dinamismo de la narración con numerosos cuadritos mudos. También realiza un inteligente empleo de la onomatopeya de modo que sea a la vez un valioso recurso y una suerte de registro de las fuerzas telúricas.



Hay una búsqueda constante del enfoque original, tanto en los planos generales como en los planos detalle: las viñetas y la composición de las páginas están estudiadas con sumo cuidado. Es evidente un manejo superior de la figura humana en ciertas angulaciones audaces de los personajes. La gráfica no se repite y se adapta, para potenciarlos, a los distintos guiones. El resultado es un libro de bellas imágenes que transmiten el aura de misterio y de aventura de la Patagonia.




No se desaprovecha la oportunidad para denunciar el saqueo y la expoliación que sufrieron los indígenas por parte de los conquistadores españoles primero, y por los terratenientes argentinos apoyados por el ejército después.




Se homenajea a historietistas que visitaron la Patagonia, como H. G. Oesterheld y Guillermo Saccomanno, y el caso especial de Dante Quinterno, que se inspiró allí para la creación de su genial Patoruzú.




El libro incluye una sección con guionistas invitados de la talla de Jorge Morhain, que aportó un sugestivo y poético trabajo, “Piedra que habla”, sobre Somuncurá, una inmensa meseta volcánica cuyos enigmas el dibujante subraya acudiendo al gris. Carlos Casalla –“prócer vivo de la historieta nacional” y creador del célebre El Cabo Savino-, en esta oportunidad en calidad de guionista compone “El tirador”, de un desarrollo circular expuesto con una gráfica vigorosa: la contrapicada de la última viñeta es un hallazgo. El texto de Oenlao (Carlos Scherpa), en “Thalcave y Julio Verne”, bromea sobre Los hijos del capitán Grant porque el protagonista considera improbables a varios de los sucesos relatados en la novela. “Un amor austral” (el guión es de mi autoría), está basado en una leyenda narrada por el Perito Moreno, captada en su espíritu por el arte de Aguado.



Como epílogo, el historietista presenta bocetos y fotografías de paisajes de la zona.

Estamos ante un libro imprescindible para quien desee adentrarse en las maravillas de la Patagonia; asimismo representa un emotivo tributo a los pueblos originarios.

Germán Cáceres

Notas relacionadas: Nota sobre el mismo libro en el blog La Bitácora de Maneco