lunes, 29 de noviembre de 2010

Artistas distinguidos en Rosario - Releyendo historietas

El Consejo Municipal de Rosario, Santa Fe, declaró artistas distinguidos a los autores Osvaldo Laino, Manuel Aranda y Héctor Beas.



Laino es un dibujante de extensísima trayectoria, director de la mítica revista Dibujantes. En este blog se puede leer una extensa entrevista a Laino.




Manuel Aranda es un reconocido guionista, dibujante y pintor.



Hector Beas es un dibujante de extensa trayectoria en su provincia, autor de una reconocida tira diaria en uno de los principales diarios de Rosario. Desde uno de los blogs de Laino, Historias del pasado, se puede descargar un libro referido al trabajo de Beas, editado por el diario La Capital.






ESAS BUENAS HISTORIETAS DEL PASADO


Con la popularización de los blogs, una serie de aficionados –coleccionistas de historietas, hacen uso de ellos para realizar un amplio rescate de historietas “serias”, de humor e infantiles del pasado. Por fortuna para los lectores, mediante su trabajo desinteresado, al que le dedican horas y fondos propios, dan a conocer a las nuevas generaciones de lectores, a autores y obras de enorme calidad que de otro modo quedarían en el olvido. Obras y autores que en muchos casos resultan ignorados u olvidados en las valorizaciones, pero que son una clara demostración de por qué Argentina siempre fue una de las potencias en la creación de historietas.

Hernán Schneider es uno de aquellos coleccionistas, que lleva adelante el blog RELEYENDO HISTORIETAS. Como podrán apreciar en los ejemplos extraídos de su blog, presenta material de una calidad notable, con grandes nombres del pasado: Dante Quinterno, Torino, Massone, etc. La siguiente es una entrevista al autor del blog, para conocer sus motivaciones.




Primero que todo ¿por qué un blog con material de hace más de medio siglo atrás?
Considero que lo bueno es atemporal. Lo mejor de la historieta argentina comienza a producirse en la década de 1920 hasta tener su época dorada en la de 1950 y 1960. Es muy poco el material de aquella época que se ha reeditado y lo que queda está en manos de contados coleccionistas o familares o allegados a los dibujantes; en algunos casos archivados en alguna editorial o agonizando perdidos en algún depósito. Como he logrado conseguir algunas cosas bastante interesantes y poco conocidas, me pareció que no merecían seguir escondidas y aprovechando las tecnologías actuales podemos darles vida y volver a disfrutarlas.

Algo que me sorprendió del material que estás subiendo a tu blog, es que resulta muy poco conocido, sobre todo lo referido a Massone y Torino, ausente de cuanta recopilación, artículos y rescate impreso sobre historieta que he visto. ¿Es todo material tuyo, de un archivo personal? ¿Tenés idea de cuánto material disponés?
Bueno, esto ha sido en gran parte casual. En el caso de Torino, pude hacerme de casi todo el material que publicó en su juventud en una revista porteña ya desaparecida llamada ¡Aquí está!, aparte de otras curiosas publicaciones. Hay verdaderas obras de arte en esta época y estoy haciendo un trabajo de hormiga para poder digitalizarlo, son muchísimas horas y se necesita gran cuidado y paciencia. Es todo material propio y es bastante.



Vi que parte del material lo extraes de viejos diarios ¿hacés trabajo de investigación, rastreando ese material, colaboran en la búsqueda otros aficionados a la historieta?
No, de diarios viejos es muy poco lo que se puede rescatar. Es una pena porque hubo mucho material de Dante Quinterno, sobre todo de la década de 1920 y 1930 que resulta casi imposible recuperar. Estos descuidos en el archivo histórico cultural argentino son imperdonables y han afectado a distintas ramas artísticas como la literatura, el cine, incluso en décadas más recientes. Generalmente, antes de adquirir alguna revista, si es algo de lo cuál se poco, trato de investigar previamente. El blog lo administro sin ayuda de nadie pero tengo una excelente relación con otros coleccionistas que saben mucho más que yo y constantemente me nutro de sus conocimientos. Hay muy buena onda entre creadores de distintos blogs relacionados con las historietas y eso es una ventaja para todos.




En lo personal, creo que un blog como el tuyo, al que se que hay que dedicarle horas de trabajo de escaneo, es necesario por el material que presenta, el ayudarnos a conocer historietas de una calidad notable ¿qué sentís al compartirlo?
Primero quiero aclarar una cosa. Mi trabajo de escaneo viene de mucho antes de empezar con el blog. Es una obsesión o miedo a que muchas de estas joyitas se pierdan con el paso del tiempo y me tranquiliza digitalizarlas. Con la creación de "Releyendo historietas" se da la posibilidad de compartir parte de la colección. Me encanta recibir comentarios de visitantes que de otra manera, jamás hubieran podido disfrutar de esto.

Los dibujos de Torino o Massone son de una calidad extraordinaria ¿qué sentís al ver que son tan poco valorizados o recordados en la actualidad, al menos en los medios dedicados a la historieta?
La tira "Conventillo" que publicó Torino durante más de diez años en ¡Aquí está! es algo digno de una reedición porque es espectacular; los dibujos, los argumentos, los diálogos. Es una pena que don Héctor no haya cuidado los originales, algunos los regaló, otros permitió que los reformaran algunos años más tarde, etc. Mazzone es otra figura fundamental de la historieta argentina. Creó una gran variedad de personajes y para muchos, como dibujante, era el mejor de todos. En la tira "Mi sobrino Capicúa" en la revista Patoruzú o en Don Tacañino, profesor de economía, vemos algunas de sus más bellas construcciones gráficas. Y hay otros menos recordados aún que fueron unos maestros en lo suyo: Tulio Lovato, Blotta, Ferro, Mirco Repetto, por mencionar algunos.




Los dibujos de Massone, por lo que se aprecia en las páginas de Don Tacañito, me parecen notables por la cantidad de recursos gráficos que utilizaba y la gracia en el dibujo. ¿cómo lo ves comparándolo con lo que se publica hoy en día?
No miro nada de lo que se publica actualmente. Lo mejor de la historieta humorística argentina se va desvanesciendo a fines de la década de 1960. Además, tengo pilas de revistas de la época dorada que aún no he podido leer por falta de tiempo, así que te podrás imaginar a cuáles le doy prioridad a la hora de la lectura. Don Tacañino es uno de los personajes menos conocidos de Mazzone y si bien es muy bueno, no lo considero su mejor trabajo; pero me sorprendió la calidad del dibujo con la que se luce Don Adolfo en estas tiras, los sombreados, los detalles, los fondos, realmente exquisito.




Vi también que muchos de los que te dejan mensajes, son fanas de esas historietas, coleccionistas que aportan datos tan precisos que sorprende. ¿Sabés si son muchos los aficionados a las historietas de esa época y esos autores?
Los aficionados a estas historietas, generalmente son personas de cierta edad que eran niños o jóvenes en la época dorada y que han tenido la suerte de comprar y leer estas revistas recién saliditas del horno, por lo tanto no necesitan descubrir nada, puesto que ya conocen la calidad de estas reliquias. Y en menor medida, estamos los aficionados más jóvenes que conocimos al Patoruzú de las reediciones paupérrimas que se vienen realizando desde 1976 y que por diversas circunstancias descubrimos que hubo un tiempo en que los dibujos, los argumentos, incluso la calidad del papel eran muy superiores y tratamos de enfocar nuestra atención en ese material. Desconozco sin somos muchos los aficionados, pero estoy seguro que si se valoraran un poco más estos trabajos y se hiciera alguna reedición seria el espectro se ampliaría considerablemente. Y te doy un ejemplo. La Editorial Perfil publicó hace poco una serie de Correrías de Patoruzito nunca reeditadas y ha tenido gran éxito de ventas a pesar de haber hecho mutilación de cuadros, descarte de las tapas originales, falta de reconocimiento a los autores de estas aventuras, etc. Lo que quiero decir es que si se hicieran reediciones serias como se hacen en otros países, el éxito sería sorprendente.


viernes, 26 de noviembre de 2010

En breve



A través de los andes, novela gráfica de 116 páginas, de Mariano Antonelli. Nuevo libro editado por La Duendes.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Entrevista: Jorge Morhain (segunda parte)

Jorge Morhain es uno de los grandes guionistas de la historieta argentina. Comenzó su carrera en 1960 y desde entonces publicó en los medios más importantes dedicados a la historieta. Aunque trabaja todo tipo de géneros, sus textos dieron contenido a exitosos y recordados personajes del gauchesco, como Martín Toro, Cabo Savino, Pehuén Curá, etc.

En esta entrevista, Morhain cuenta con lujo de detalles el modo de trabajo en las extintas editoriales Columba y Record, su modo de trabajo, su colaboración con los grandes nombres del dibujo nacional –los valorizados y los relegados de las valorizaciones- o expone su amplia visión sobre la historieta argentina, exponiendo y analizando sus fortalezas y falencias. El suyo es un testimonio que aporta otra mirada, la que hace pensar la historieta desde otra perspectiva.

A continuación la segunda parte.



Episodio de El Cabo Savino, con dibujos de Casalla.

¿Cómo vivió la desaparición de editorial Columba?

Muy mal. En toda mi vida, no había imaginado dejar de escribir historietas. Ya no trabajaba para Record, por propia voluntad. Me indignaba el manejo que hacían allí, pagándonos una miseria y ganando fortunas en Italia, publicando sin mencionar autoría. En un momento, en grupos o de a uno, Columba nos informó que " dejarían de comprar historietas por tres meses". En mi caso, no entendí inmediatamente. Había habido épocas de reducciones de compras, pero siempre permitían alguna que otra para seguir parando la olla. No, dijeron. “Ninguna” es ninguna. Esa parálisis fue permanente. Y, literalmente, esa interrupción significó el fin de la historieta nacional. Lo que se publica hoy en día, a fuerza de ser sinceros, es para una "selecta minoría". Casi un género de snobs. La gran mayoría de las personas, la "gente", el "pueblo", no leen historietas.



Episodio de Martín Toro, con dibujos de Furlino, publicado en El Tony.

También trabajó con grandes dibujantes, como Mandrafina, Lito Fernández, Mulko, etc. ¿Cómo fue el trabajo con ellos?

Extraordinario. Con Lito nos conocemos de jóvenes, de las revistas de José Alegre. Había visto sus trabajos en Frontera, llenos de líneas quebradas de acción. Un día, apareció por la casa de Giormenti, que dirigía las revistas. Y desde entonces nos vimos de vez en cuando. Con él hice, para editorial Nómina, la serie "Mil noches de viento". Un trabajo maravilloso, lleno de tensión a través del blanco y el negro. A Mulko lo vi menos, también en esas editoras. Pero es un gran amigo (como todos mis dibujantes, claro). José Alegre había inventado un método rápido de hacer dinero: cada vez que una serie de televisión se hacía famosa, Alegre presentaba su adaptación a historietas. Sin pagar ninguna clase de derecho ni pedir permiso, obvio. Creo que fui su principal guionista en este "género". Con Mulko hicimos “El planeta de los Simios”. Con la sorpresa de que, en los primeros años de este siglo, un grupo de fans de Estados Unidos, Inglaterra y Australia nos contactaron, para completar su colección.. ¡del “Planeta de los Simios” de Alegre! Incluso pidieron que Mulko dibujase uno de los episodios no publicados, cosa que él hizo, con gigantesca calidad. Los fans no se pusieron de acuerdo, y esa historieta está inédita. Domingo, Mandra, apareció con una carpeta por la redacción de "Top Maxihistorietas", la revista que publicaba Cielosur, con la dirección de César Spadari. Nos caímos de culo, con perdón de la expresión. Aquel pibe era un dibujante profesional completo, extraordinario. Pero nunca había publicado, éstos eran sus primeros trabajos. César me pidió un personaje para él y así nació "Mi novia, mi cámara y yo …" una gran historieta. Creo que nunca más llegó dibujarme algo, pero, como en el caso de Horacio Altuna, tuve el privilegio de escribir sus primeras historietas.



Unitario con dibujos de Enio, publicado en Pif Paf 40 (Edit. Record), en 1979.

Hoy, el gauchesco y la aventura en general, se encuentra casi desaparecido de la historieta nacional. ¿Qué piensa al respecto?

Bueno, por cierto, y por aquella realidad de que todo pasaba por Buenos Aires (dije "pasaba"), la historieta gauchesca fue en general despreciada. A pesar de que nuestras primeras historietas fueron gauchescas. Una de las primeras fue El Huinca, de Enrique Rapela. Enrique Rapela, el padre de los gauchistas de la historieta. Que, además, tiene el mérito de haber contratado al mejor dibujante moderno de gauchos, para que continuase sus historias, y aprendiese de él los detalles que le faltaban conocer sobre el campo, añadiendo su extraordinaria capacidad de dibujo: Carlos Magallanes. A los porteños no les gustaba (no les gusta) la historieta gauchesca. No así en el "interior" del país, donde siempre tuvo gran popularidad y éxito. Puesto que Columba basaba buena parte de sus ventas en el interior y en Latinoamérica, se vio "obligado" a publicar gauchesca. A esto hay que sumar una inclinación por la misma de Don Ramón Columba y una parte de su familia, orgullosos descendientes de un caudillo, y rosistas declarados. Mis personajes tardíos, "El Arriero", "El Chasqui", "Cuentos de Troperos", y otras no publicadas, surgieron del pedido expreso de Don Ramón Columba para que escribiese historietas históricas que hablasen de nosotros, como una forma, dijo, de llegar a los públicos menos instruidos en nuestra historia. Pero, lamentablemente, fue una etapa muy breve. Después de eso vino la renovación total, el regreso a lo anterior, y la venta de todo.

Los porteños dicen que están cansados de historias de milicos, o de matreros. No creo, como piensan algunos, que debamos hacer el "cowboy argentino" con el gaucho. Pero si, sobre todo en estas épocas, reivindicarlo como el auténtico espíritu nacional.


Pehuén Curá, dibujado por Castro, publicado en D`Artagnan, 1986.

¿Qué cualidades destacaría de la historieta del gauchesco, ese género tan argentino?

Tal vez la gauchesca narre una épica no épica, una ristra de desencuentros, abusos, desgracias que han atravesado nuestra historia (la latinoamericana) para el hombre pata en el suelo. Nosotros, los argentinos, sabemos que las cosas le pasan a la gente común. Que los elegidos, los superhéroes, los supervillanos, son simplificaciones irreales y simbólicas. Que es una torpe metáfora la eterna lucha de un estereotipo contra otro estereotipo. Todos de cartón. Acaso desde Oesterheld, acaso desde antes, nosotros escribimos historias de gente común. Y si vamos a hablar de nuestra historia, la profunda, la fundacional, tenemos que hablar del más común de nuestros hombres comunes, el gaucho. Por eso, porque ese supuesto desinterés del público porteño participa del resquemor común hacia el cabecita negra, el temor al aluvión zoológico, del miedo visceral y artificial a la "inseguridad". Por eso, hoy más que nunca, debemos a reivindicar al gaucho, como nuestro héroe común, nuestro Eternauta de las praderas.

Además de Columba, usted trabajó para numerosos medios ¿podría hacer un resúmen de los medios para los que trabajó y qué tipos de guiones hacía?

Hice historietas para muchísimas editoriales, siempre en el país. Bueno, escribí una fotonovela romántica y adapté fotonovelas de Kiling para Colombia, y mi producción en Record se publicó en Italia, ilegalmente, pero no vale para este cuento. Hasta vendí un par de guiones a Fierro, que nunca se publicaron (la historia del Pibe Cabeza había sido dibujada) Si hablamos de los trabajos más perdurables en el tiempo tenemos que mencionar a Billiken, a la que entré en 1971 de la mano de Eugenio Zoppi, con el Clan de Mac Perro, y salí despedido por la crisis del 2001, en enero de 2002, teniendo por entonces como permanente mi personaje Lock Olmo. Fui del staff inicial de la revista Skorpio, de Turay, de la Paja de Perfil (con perdón), de Jardincito. Hice guiones para Satiricón, para que El Huinca y Fabián Leyes, para las revistas de Bruguera, para Meteoro y El Hombre Nuclear, de Abril. Hice El Chavo, El Chapulín Colorado, Gaby, Fofó y Miliki, etcétera. Fuera de la historieta, escribí una novela, infinidad de cuentos infantiles, cuentos adultos, fotonovelas (entre ellas, Kiling), ensayos (como "La Argentina Premonitoria en el Eternauta de Oesterheld"), palabras cruzadas, entretenimientos, juegos de mesa, epígrafes para figuritas, teatro (" El Viajero de la Eternidad", el Eternauta en teatro, fue estrenado en 2007, en el Teatro Argentino de La Plata), cine, televisión. En fin, todos los géneros. En historieta, escribí mucho gaucho, mucho policial, mucha guerra (sobre todo al principio), mucho terror y suspenso, bastante ciencia-ficción, algunas románticas, otras históricas, algunas testimoniales, y hasta " 500 Años de Guerra al Imperialismo".



Episodio de Ted Marlow, dibujado por Suarez, publicado en Fantasía 248, en 1974.

¿Se extraña la cantidad de editoriales de gran circulación que existieron hasta mitad de los 90?

Sí, lo he contestado en anteriores preguntas. Los guionistas tuvimos que buscar otros rebusques. Los dibujantes, nuestros GRANDES dibujantes trabajan para afuera, y “afuera” está en los sueños de todo el pibe al que le gusta dibujar. En mi caso particular, fui un desocupado total más, en 2002. En 2003 desenterré la profesión de bibliotecario, y trabajé hasta 2009 en una escuela secundaria (de avanzada, y pública) En 2010 soy funcionario municipal y dirijo un Centro Integrador Comunitario. Sigo haciendo historietas, sigo el Krantz con Lalia, publico en Comic.ar. Pero no he vuelto a ver un mango fruto de la historieta.


Su hermano Mario Morhain es dibujante y también publicaba en Columba ¿trabajaron juntos?

Con mi hermano Mario trabajamos muchas historias en las revistas de Alegre, donde tuvimos varios personajes, como " Monstruos Planetarios Inc.", "El Carau", y otras. Publicamos la historieta "2 de Abril" en el diario El Litoral de Santa Fe, y las series de " Milo Garay" y " Martín Galac" en el Diario Popular de Buenos Aires. En Columba, dependíamos de que la editorial le diese mis guiones. Coincidimos en "El Chasqui", luego de que Ascanio dejarse de hacerlo. En muchos otros casos, tanto en Columba como en Record, la coincidencia era casualidad.



Primera página de cuento publicado por Morhain en Skorpio Plus 2, 1984. La ilustración es de José Luis Salinas.

¿Cómo ve el panorama actual de historietas en argentina?

Mal. No ha surgido un empresario que comprenda que publicar historietas puede ser un gran negocio. Porque, si no es un gran negocio, no habrá un gran emprendimiento, con una buena selección de material, buenos precios, buenas impresiones, distribución correcta, y, sobre todo, publicidad, publicidad, publicidad. Las editoriales presentes son patriadas, más que otra cosa.

¿Cómo se hace un guión de historieta, qué hay que tener presente para hacerlo?

Antes que nada, una verdad de Perogrullo: hay que saber escribir. Escribir narrativa. Esto significa tener clara la sintaxis, la concordancia, la ortografía. Significa saber hilvanar historias. En segundo lugar, hay que tener algo para contar. En tercer lugar, hay que tener imaginación visual, desarrollándola viendo mucho cine. Luego, se debe conocer la profesión de dibujante, la forma de trabajar, el punto de vista que en general se adopta. Ayuda conocer al que va a ilustrar nuestra historia. Saber su estilo, sus genialidades y sus limitaciones. Planteada la historia en nuestra cabeza, hay que pasar al papel el desarrollo que la misma historia nos irá dictando. No importa que la historia final no tenga nada que ver con la imaginada. Las historias tienen vida propia. Planteado todo eso, o quizás antes, según, hay que documentarse. Documentarse exhaustivamente sobre el tema a estudiar. Las ventajas actuales no dejan de asombrarnos a quienes trabajamos antes de Internet, antes de las computadoras. Si un guionista no se documenta hoy en día sólo cabe calificarlo de vago.



Unitario con dibujos de Balbi, en Skorpio extra 3, 1978.

¿Autores que considera que habría que revalorizar o destacar?

La historieta Argentina, lamentablemente, ha tenido y sigue teniendo a un mal propagandista: Juan Sasturain. Es un notable estudioso, de prosa clara, popular, y, además un gran actor. Ha hecho mucho por el desarrollo de la lectura en la Argentina. Pero sigue arrastrando el problema inicial que planteó la primitiva Fierro. Aquella, de Cascioli, surgió para competir directamente contra Columba. Y lo hizo denostando a esa editorial, en la persona de sus creadores. Eso, que era una estrategia de publicidad, pasó a convertirse en una verdad revelada. Y hoy en día, cuando alguien (un periodista, generalmente) inexperto habla de historieta cita a la panoplia que constituye el parnaso de Sasturain. Son, desde luego excelentes profesionales, de los mejores que tenemos. Pero existe una gran cantidad de creadores de ayer y hoy a los que nadie menciona nunca; algunos han muerto sin ser destacados, otros deben dedicarse a otra cosa, porque nadie los reconoce. ¿Alguien ha leído un ensayo sobre la obra de Carlos Magallanes? ¿Alguien sabe que Leónidas Lamborghini escribió una historieta que dibujó Trigo? ¿Quién oyó hablar de Eugenio Mandrini, Ricardo Álamo, Juan A. Castro y Juan C. Castro, Horacio Merel, José Luis Arévalo, Pedro Mazzino, Faluggi, Canelo …? No alcanzaría el reportaje para mencionar a los grandes creadores jamás mencionados.



Fabián Leyes, con dibujos de Magallanes, autor destacado por Morhain. Es un personaje que también guionó Morhain.

¿Qué es la historieta?

La historieta tiene un grave defecto. El nombre. Dice la leyenda que el director del diario Noticias Gráficas trataba despectivamente a esas tiras cómicas que mandaba al fondo del diario, a las páginas “muertas”, llamándolas "historietas". De ahí su nombre en la Argentina. En el resto del mundo, es lo mismo. Cómics, tebeos, cuadrinhos, bande desinée, fumetti, pepines, manga. Todos nombres de ocasión para mencionar algo que nadie sabe cómo nombrar. ¿Qué es? La historieta es la exacta concatenación del texto y el dibujo. No sirve leer un guión, como quien le una obra de teatro. No sirve admirar los dibujos sueltos, porque es lo mismo que visitar una galería de arte. Guión y dibujo tienen que empalmar exactamente, narrativamente. Una historieta no es un guión ni un dibujo: es ambas cosas. Yo he propuesto un nombre técnico y una abreviatura, para este "cine portátil", como lo bautizara Lucho Olivera: literatura verboicónica. Literatura porque es un género narrativo. Verboicónica por la combinación exacta de verbo (palabra) e imagen. Como abreviatura, podríamos usar "livic, livics". Este género, a mi entender, no ha mostrado sino una ínfima parte de sus enormes posibilidades expresivas. Ha habido cumbres, tratamiento de temas sumamente originales. Arzak de Moebius, Ana de Solano López, lo de Minaverri, ejemplos al azar de la memoria. Ahora, una cosa es cierta: los argentinos tenemos los mejores historietistas, hacemos historietas extraordinarias. Sólo falta que nos crea alguien capaz de publicarlas.

Para leer la primera parte de la entrevista a Morhain.

Nota: La primera imagen, del Cabo Savino, pertenece al blog Aquellos comics.

martes, 23 de noviembre de 2010

Juan Moreira – Blogs para disfrutar

El próximo sábado 27 de noviembre, de 13:00 a 14:30 hs, se realiza en Tigre otra presentación del libro Juan Moreira, de José Massaroli, editado por La Duendes.

El lugar del evento es en el Museo de la Reconquista, Liniers 818 y Padre Castañeda. En el marco de la Fiesta Provincial de la Lectura 2010. Se trata de una propuesta del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, a desarrollarse simultáneamente en los 128 municipios.

Hablarán: Jorge C. Morhain y José Massaroli; con la coordinación de Eduardo Devrient, Director Coordinador del Patrimonio Cultural de Tigre, Subsecretaría de Cultura.




Sitios de lectura recomendada

Los dos sitios que se recomiendan se caracterizan por la calidad y cierto toque de nostalgia, por las historietas del pasado –reciente-, de las buenas. En ellas prevalece la historieta de aventuras.

B.D. D'HIER ET D'AUJOURD'HUI es un blog francés que pese a quedar anclado sin actualizaciones desde marzo del 2010, es un sitio que presenta excelentes contenidos, compilando trabajos de grandes autores, en su mayoría franceses y algunos españoles, norteamericanos y argentinos, como José Muñóz, Risso y Nine.

Un breve muestrario de algunos autores notables que presenta: ANDREAS, BLAIN, BOUCQ, BOURGEON, CABANES, COMES, CORBEN, COTHIAS-FONT, DE CRÉCY, DUCHAZEAU, HERMANN, HUGO PRATT, JOSE ORTIZ, JUILLARD, LOISEL, MATTHIEU BONHOMME, MOEBIUS, PELLEJERO, SCHUITEN, TARDI.

Un sitio muy recomendable para ver historietas de altísima calidad.

Algunas muestras de su contenido:











Otro buen sitio es el blog argentino Aquellos Comics, que rescata y compila historietas argentinas de los años 70, basándose en una gran diversidad de fuentes. Incluye tanto historietas “serias” como humorísticas e infantiles, entre ellas varias joyas. Entre las editoriales o revistas se cuentan Columba (El Tony, fantasía, Nippur Magnum, D´Artagnan, etc), Record (Skorpio), Top, Turay, Satiricón, Don Nicola, Afanancio, Piturro, etc. Lamentablemente se dejó de actualizar en julio de 2010.
Algunas muestras de su contenido:











jueves, 18 de noviembre de 2010

Entrevista: Jorge Morhain (primera parte)

Jorge Morhain es uno de los grandes guionistas de la historieta argentina. Comenzó su carrera en 1960 y desde entonces publicó en los medios más importantes dedicados a la historieta. Aunque trabaja todo tipo de géneros, sus textos dieron contenido a exitosos y recordados personajes del gauchesco, como Martín Toro, Cabo Savino, Pehuén Curá, etc.
En esta entrevista, Morhain cuenta con lujo de detalles el modo de trabajo en las extintas editoriales Columba y Record, su modo de trabajo, su colaboración con los grandes nombres del dibujo nacional –los valorizados y los relegados de las valorizaciones- o expone su amplia visión sobre la historieta argentina, exponiendo y analizando sus fortalezas y falencias. El suyo es un testimonio que aporta otra mirada, la que hace pensar la historieta desde otra perspectiva, necesaria, amplia.

A contnuación la primera parte
Por A. Aguado


Morhain y Massaroli (foto de Massaroli)

Lugar de nacimiento, edad, residencia
Ciudad de Buenos Aires, 68, Máximo Paz (Provincia de Buenos Aires)

¿De dónde el gusto por la historieta, a qué edad y por medio de qué lecturas?
Oesterheld
. Oesterheld. Oesterheld. Tenía 5 ó 6 años y ya leía Bolsillitos, y buena parte escribió Héctor Germán Oesterheld. Luego leí Gatito, y El Diario de mi Amiga. De Oesterheld. Luego compré Más Allá, donde casi todas las notas nacionales, las al pie, etc., y quién sabe cuánto más ("lo hacía casi todo", dijo don Boris Spivacow) eran de HGO. Luego cambié los libritos de Marcial Estefanía por los de HGO. Luego leí sus historietas en Hora Cero y Frontera. Y ahí, a los 13, decidí a qué me iba a dedicar en la vida: a tratar de escribir como ese hombre. Cuando fui ganando un manguito (porque éramos MUY pobres), y sobre todo camino de la secundaria, me compraba Tarzán de Editorial Tor, y luego la serie mayor de Tor, con Féval, Dumas, Scott, Haggard. Siempre fui estimulado, desde la primaria. Y siempre confundían mi habilidad con el dibujo con mi habilidad con la palabra. Aún ahora. Y, sí, un día Oesterheld me firmó un libro de El Eternautaal colega y amigo”. ¿Ven por qué lagrimeo?

¿Cuándo comenzó escribir guiones?
A los once, creo, hice el guión de "El Capitán Sagitario", publicado en un pre-fanzine (calcado con carbónico) para la barra del barrio, en Máximo Paz. En 1971 lo reharía para "El Clan de McPerro".


Martín Toro, con dibujos de Magallanes, en El Tony.

¿Cuándo comenzó a publicar y en qué medio? ¿Cómo se dio la posibilidad de publicar?
1960, 18 años, en Gente Joven, como se llamaba entonces la editorial de José Alegre Asmar (luego sería MOPASA, Tynset y otros nombres) La revista era "Cascos de Acero", dirigida primero por Andrés Cascioli, luego por Roberto Giormenti, y más tarde por Mut Ribas. Paré entre 1968 y 1970. Y dejé de vender guiones regularmente en enero de 2002.

Uno de los lugares donde publicó fue en la mítica y breve Turay, con la serie "Manuscritos Apócrifos de la Conquista" ¿cómo se dio la posibilidad y cómo fue publicar allí?
Conocí a Enrique Meier, en alguna de esas editoriales chicas que frecuentaba, y me propuso ayudarlo para editar una revista en cooperativa, avalado por la editorial de Julio Korn. Meier quería un nombre nativo, de fuerte significado, y también que rastrease manuscritos antiguos para tomar modelos de letras para el título. Me fui a la Biblioteca Nacional (considérese que no existía Internet, que hoy me acaba de refrescar el nombre de Enrique), y busqué en muchos libros hasta encontrar "hermano", "Turay", que le propuse entre otros nombres. Luego fui al fichero de incunables y empecé a buscar algún manuscrito. Entre las fichas encontré una cuyo autor era Abdul Al-Azred, y se llamaba "Necronomicón". Juro que el corazón me dio un salto. Y ese día estaba muy ocupado, no podía pedirlo. Fui al mostrador del referencista y le dije "¡Acá tienen el Necronomicón, ¿sabías?!" Me respondió "¿Y eso qué es?" El referencista. De la Biblioteca Nacional. Me fui, frustrado. Bastante tiempo después pude volver, y, ávido, acompañado de Meier, fui al fichero de incunables. La ficha no estaba. Y, desde luego, nadie sabía que hubiera existido, por la sencilla razón de que nadie tenía idea de lo que era. Esto parece una historia bonita, para dar "color". Pero YO TUVE LA FICHA ENTRE MIS MANOS. Qué pasó. Ah, pregúntenle a Lovecraft. Yo, en realidad, le hubiera preguntado al conocido travieso Jorge Luis Borges, que SÍ sabía lo que era, y que fue director de esa biblioteca.
Un poco a consecuencia de esas investigaciones y otra de que me gustaba recorrer librerías de viejo donde había conseguido un antiquísimo y amarillo libro de Enrique De Gandía sobre mitos de la conquista americana, que estaba buenísimo. Le propuse a Enrique un personaje que, justamente, presentara esos mitos de la conquista, pero como nuevas investigaciones que echaban luz sobre aspectos inquietantes, pero que los expertos habían declarado "apócrifos". De allí y de De Gandía surgió, en primer lugar, el supuesto relato del grumete de Colón, que presentaba varias teorías sobre viajes anteriores del Almirante. El segundo episodio, que por un error apareció a nombre de Diax, era más obvio: la historia de un chasqui que corría por el camino del Inca para cubrir el tesoro de Atahualpa. Los episodios siguientes hablaban de las Siete Ciudades de Cibola, del patagón que encontrara Magallanes, de la Ciudad de los Césares. Pero la revista duró cuatro números. También publique allí algunos relatos de ciencia-ficción



Krantz, con dibujos de Horacio Lalia, en la revista Skorpio

¿Cómo se dio la posibilidad de ingresar a Columba?
Mi forma de empezar a trabajar en las historietas fue tomar las direcciones de las revistas en los quioscos e ir a las editoriales. Así como estuve en Frontera donde, obviamente, fui rechazado, también estuve en Columba. Allí me dieron las instrucciones para los guionistas, que tenían impresas, y llegue a publicar dos guiones, ilustrados por Vogt y Altuna. Entre 1968 y 1970 no hice historietas. En 1970 me recomendó Eugenio Zoppi y ya no abandone el editorial hasta su cierre, en 1994.


¿Cómo era la forma de trabajo en Columba?
Columba era una productora industrial de historietas. A lo largo de los casi 90 años de vida había desarrollado un método muy aceitado. Entregaban a los guionistas, como dije, una cartilla con las instrucciones, que iban desde consejos comunes, como respetar la concordancia, colocar tres puntos y no 25, etcétera., hasta consejos sobre censura y temática, como lenguaje “normal”, restricciones en sexo, etcétera. Las otras restricciones eran verbales. El guionista presentaba su trabajo, en hojas que ellos mismos facilitaban, con el esquema de presentación de guión, que también se incluía en la cartilla. Ese guión era leído por el personal de lectura, encabezado por Jorge Vasallo, más conocido por los lectores como Balbastro. Este era el paso principal de toda historieta.
Columba publicaba historias. “Historias” quiere decir relatos coherentes, armados de acuerdo a las reglas de la cuentística, que presentasen siempre una "vuelta de tuerca", algo inesperado, un giro curioso, etcétera, dentro de los relatos comunes. La teoría de la empresa era que el lector debía llevarse por su dinero un paquete de historias que lo entretuviesen la mayor cantidad de tiempo posible (menos de un mes, claro, para adquirir la revista siguiente) Una vez aprobado el guión, que podía pasar por varias correcciones antes (siempre a cargo del guionista), iba a un archivo. Luego otro departamento decidía las necesidades de historietas terminadas, porque las revistas estaban perfectamente balanceadas en géneros y contenido de las historias. En base al tipo de guión, y a la calidad del escritor, se elegía el dibujante, absolutamente apartado de toda opinión del guionista, salvo casos excepcionales. A los dibujantes se le entregaba el guión, y otro departamento controlaba el dibujo. Pero en realidad sin poner demasiado énfasis en ese control, puesto que lo importante era la historia "contada".
Siempre fueron reacios a decir que se hacían" historietas", y se publicitaban como, " historias ilustradas", O " novelas gráficas". Desde luego, había historias que interesaban mucho a los directivos, sobre todo porque les gustaban como lectores, y éstas tenían generalmente dibujos cuidados. Aún así, no me consta que se controlase demasiado a los dibujantes. El hecho es que tanto de dibujantes como los guionistas preferidos, como Robin Wood, cobraban MUY bien, de modo que trabajaban BIEN. Luego había un equipo de letristas, a máquina. En un principio se hacían las letras con máquina de escribir común, luego, con máquina de escribir eléctrica, y, finalmente, por computadora. El resultado era siempre un enchastre bastante desastroso. La empresa tenía su propia imprenta, y su propia distribución. Esta abarcaba toda la Argentina y Latinoamérica.


Pehuén Curá, con dibujos de Castro, en revista D`Artagnan, 1986.

¿Cuántos guiones realizaba por mes para Columba, cuánto fue el máximo de series que realizó por mes?
Para poder " sobrevivir" tenía que tratar de llegar a diez guiones por mes. Generalmente hacía cinco o seis, pero trabajaba en varios otros lugares. También hacía para Columba muchas traducciones, casi todas del inglés, y unas pocas del francés. Mi récord fue, entre guiones y traducciones, de 60 en un mes. Tuve hasta dos chicas pasando a máquina mis trabajos grabados.

¿Usted realizó los guiones de varios personajes míticos, como El Cabo Savino, Martín Toro, Pehuén Curá, etc. ¿Cómo fue realizar los guiones, se lo sentía como una responsabilidad?
Absolutamente. Si bien ninguno de los tres eran personajes míos, tanto éstos como cualquier otra cosa que hice en mi vida la tomé con absoluta seriedad y responsabilidad. Investigué muchísimo, tengo una biblioteca de historia y temas gauchescos e indígenas. Me ayudaron también mis otros estudios: soy maestro, bibliotecario y museólogo. Y tengo un master en Cultura Argentina. Por otra parte, cada vez que me daban un personaje Investigaba su historia anterior. Así hice con el Cabo Savino, personaje de Carlos Casalla que había sido (y es) guionado por mucha gente, profesionales, o escritores conocidos de "Chingolo". Martín Toro fue más fácil, porque era un personaje "calcado" de Savino. En lo que hace a Pehuén Curá, el trabajo previo a mi intervención fue grandioso. Los guiones de Julio Álvarez Cao y los dibujos de Juan Arancio crearon una historia extraordinaria. Me habían dado la historia completa, publicada, y se la presté a un dibujante, error imperdonable. Julio Álvarez era amigo de la familia Columba, por su padre. De modo que sus guiones "estaban bien": nadie se los leía, se aceptaban como venían. Cuando tomé la historia, que dibujó Juan A. Castro, seguí los lineamientos de la ficción original. Hasta que presenté un episodio donde Juan Manuel de Rosas trataba a Pehuén de vos, y hacía algunas chanzas. Fui "reprendido" por Vasallo, que me preguntó si estaba loco. En el ejército, me dijo, nadie se tutea con el jefe. Le expliqué que tal como lo había puesto Julio, el personaje era un miliciano, del pago de San Miguel del Monte, y que Don Juan Manuel tenía un trato de patrón de estancia, de mucha confianza, unas de las razones de la adhesión incondicional de su gente. En el argumento original de Julio, Curá se quejaba a Rosas de que los milicianos lo maltrataban porque al ser baqueano tenía más libertades, y Don Juan Manuel le dijo “desde hoy sos teniente”. Y quedó teniente. Vasallo me dijo que no importaba. Que el teniente Asensio del Pino (Pehuén Curá) tenía que haber llegado a ese grado como militar de carrera (!), y que en lo futuro me ateniense al "sí señor, no señor". Esa clase de confusiones risibles eran comunes en Columba, como cuando me obligaron a ponerle "General" a San Martín en una historia que sucedía en Mendoza, antes del Cruce de los Andes, cuando San Martín aún era Coronel. Pero hay un punto para aclarar. Cualquiera de estos personajes, cualquier personaje de Columba, por más histórico, por más documentado que fuera, era una visión parcial y lavada de la realidad. Nunca puede describir, en las primeras épocas de Columba (como sí hice en su última época en el personaje "Gualicho") las injusticias, la corrupción, las torturas, la discriminación, el desprecio, los rebusques, las agachada, la angustia, el desprecio, la mezquindad, la corrupción, la explotación, la traición… En fin, la realidad de esos gauchos esclavos del ejército, peleando contra los verdaderos dueños de la tierra, por oscuros y desconocidos mandatos detrás de los cuales estaban, por cierto los poderosos y los extranjeros.


Historieta con dibujos de Balbi, en Skorpio 69, 1981.

¿Cómo definiría la personalidad de cada uno de esos personajes?
La primera gran emoción que me produjeron estos personajes fue en una reunión en Paraná, por un tema ajeno, como Museos, cuando, en una charla de café, un fan del cabo Savino me describió como era: un hombre sencillo, de pueblo, de ideas claras, solidario, abierto y generoso con todos. En absoluto subido a su rango, ni a su condición de militar. Me emocionó, porque estaba describiendo mi propia forma de pensar. De modo que mis gauchos, más allá de sus historias anteriores o posteriores, eran eso: yo. Y creo que además esa “forma de ser” estaba en el espíritu de Casalla, y de Julio Álvarez. De Toro no hablo, porque, ya dije, era una copia. Pero, cierto, uno pone todo de sí. Y uno tiene una ideología, a manera de ver el mundo. Y eso pasa, se transmite entrelíneas. Por más censura, por más disfraz, está allí. Hay que saber verlo, o ni eso: sentirlo.



El cabo Savino, en versión dibujada por Furlino, revista Fantasía.

¿Con cuántos dibujantes trabajó para realizar esas series, los elegía o eran sugeridos por la editorial? ¿La forma de trabajo con cada uno de ellos era la misma o diferente?
Empecé a hacer gauchos directamente para Carlos Casalla. Luego me dieron Martín Toro, que había guionado Sergio Almendro, e ilustraba (muy mal) un tal Reler. Después Casalla decidió dejar de dibujar a Savino (y a Álamo Jim, que estaba las mismas condiciones) y lo hizo Horacio Merel, y Rubén Furlino. Lo mismo pasó con Martín Toro. Pehuén Curá vino con Juan Castro incluido. Y en la última época lo tomó Ascanio. Lo decidía la editorial. Y yo para todos trabajaba igual. Excepto en la época n que me dibujaba Reler: allí tenía que sobreabundar en textos y descripciones, porque Reler NO dibujaba NADA. Sólo caritas mal hechas.


Pehuén Curá, con dibujos de Ascanio

Continúa la próxima semana